¿De verdad que eso es lo que vende Almería?

No deja de llamarme la atención lo que la provincia de Almería lleva a FITUR, y no me refiero a una larga lista de cargos públicos de todo color a no sabemos qué… que si van quienes en nombre de una institución, acuden con cierta potestad para poder negociar con empresas turísticas, vale, pero ¿a qué va la oposición? ¿qué va a fiscalizar en Madrid ese día que pagamos entre todos? ¿Qué se repartan los folletos? ¿Qué no se atasque el reproductor del nuevo spot turístico?

Pero también es digno de mención el qué se hace allí, y el cómo se hace. Lo único que evita que sea escandaloso es que no es más ni menos que lo mismo que todas las provincias –y Gobiernos autonómicos- hacen año tras año.

Que hasta Madrid se traslade una delegación de tres o cuatro personas, o incluso una docena, a costa de un ayuntamiento, para entregarse premios que tranquilamente podrían haberse dado en Almería pero sin tanto gasto, y que esto se haga además entre almerienses, sin repercusión exterior, (busquen, busquen... a ver dónde aparecen todos estos actos en los periódicos no almerienses) tiene más que ver con el afán de justificar lo injustificable, que con la promoción turística.

Y es que llama la atención qué vende Almería, capital y provincia, en FITUR.

Que la propuesta turística de la capital almeriense sea el flamenco y la Semana Santa, exactamente como Sevilla, pues sorprende. Que sí, que nuestra Semana Santa y la sevillana son distintas, pues claro, como lo es la de Granada o la de Toledo, o incluso la de Madrid, claro que son diferentes, pero basta con abrir las orejas en la propia ciudad sobre esta fiesta para admitir que no goza de una identidad propia suficientemente definida –insisto, según los expertos, como también dicen de nuestra feria-, por lo que querer hacer de ella un gancho turístico carece de sentido.

Cabría decir lo mismo del flamenco, cuyo enraizamiento en Almería es, como parece obvio, similar a las de otras provincias de la Andalucía histórica (de Badajoz a Murcia). Las prodigiosas manos de Tomatito y un museo que languidece, no son un atractivo lo suficientemente potente como para llenar hoteles en la capital, por mucho que el instrumento musical que identifica a Andalucía naciera en el barrio de La Cañada.

En este mundo globalizado, la única manera de ser conocido es sobresalir, y para ello hay que distinguirse, diferenciarse, aportar algo que no tienen los demás, o tener lo mejor de entre aquello que todos tienen. La pregunta por tanto es, si es que Almería no tiene nada que la haga especial, algo que no tengan los demás, algo que, a cuya mención o imagen se nos asocie inmediatamente… pues en eso es en lo que hay que incidir.

Del mismo modo, resulta muy pobre esos municipios que acuden a FITUR para que, a costa del dinero municipal se promocionen eventos privados que, en ocasiones, no dejan ni un céntimo en la comarca. Y no es que sea malo que un ayuntamiento apoye promocionalmente un concierto o un festival, o cosas similares, promovido desde la iniciativa privada, ni mucho menos, porque si eso es bueno para la ciudadanía por dejar dinero de un modo u otro, es oportuno. La cuestión es cuando eso es lo único que ese ayuntamiento es capaz de ofrecer como referente turístico, y si para eso hay que irse a Madrid a contarlo (¿no sale más económico darle a la empresa un dinero para que lo publicite?), y sobre todo, cuando ese evento igual ya cuenta con la promoción suficiente y resulta innecesario ese gasto para el Consistorio, que pude colaborar de otra manera.

Si la Diputación de Almería tiene un servicio provincial de turismo, si además este servicio está funcionando bien –eso lo demuestran dos cosas, la primera que no hay quejas, y la segunda y más importante, los resultados estadísticos de pernoctaciones- quizá debería confiarse en que fuera el referente de los 103 municipios, sin tanto localismo ridículo, y no que cada uno acudiera allí con su spot, su folleto, o su llaverito.

Pero igual que Almería es más atractiva en una visión de conjunto, lo mismo sucede con Andalucía, que debe trascender a las provincias. A ningún turista le importa si Sierra Nevada está en Granada, en Almería, o en ambas, o si un determinado pueblo está en el lado almeriense o el granadino de la Alpujarra, y tampoco le importa si una playa es del término municipal de Níjar o de Almería, o de Garrucha, o de Carboneras… porque si algo hay que no puede mirarse en la distancia corta, es el turismo.