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Populismo humanitario

Por Rafael M. Martos
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miércoles 13 de junio de 2018, 00:32h

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En términos generales, se define como populistas a quienes ofrecen soluciones simples a problemas complejos, y cuando esos problemas y sus soluciones se agarran a lo más visceral del ser humano. Por eso, lo que estamos viendo con el Aquarius, es sin el menor resquicio de duda, populismo.

Es populismo la decisión del nuevo ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, de impedir la llegada a puertos de su país al barco que transporta hacinados a casi 700 seres humanos que huyeron del infierno libio.

Pero también es populismo la decisión del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de abrirles las puertas.

Ni en un caso, ni en otro, se solucionan los problemas que han provocado que estas personas se jueguen la vida en un viaje incierto por el cementerio azul del Mediterráneo.

Claro que podemos acoger a esos 700, y a diez veces más… si solo a Almería en 2.017 llegaron casi 6.000 a bordo de pateras. Por eso, es populismo argumentar nuestra incapacidad para recibirles, como lo es considerar que cuando se habla de atención médica universal y gratuita, en realidad no es nuestro el dinero con el que se paga dicha atención, y que además la extendemos a todo el Universo (extraterrestres incluidos).

Lo que es política, pero de la de verdad, de la de altura, es solucionar la guerra en Libia, en Siria… esos conflictos azuzados por Occidente y que han dejado en tierra de nadie a millones de personas, mientras ese mismo Occidente hipócrita, se sienta a la mesa con los sátrapas saudíes, como antes lo hacía con Gadafi, o con Sadam, y ahora con Kin Jong Un, o con el Estado de Israel, o con los torturadores y asesinos de saharauis.

Lo que es política, de la de verdad, de la de altura, es que cumplir con los compromisos, y si se acuerda recibir un número de refugiados sirios, acogerlos, y no abandonarlos en algún lugar del que ya ni tan siquiera informan los medios de comunicación. Eran una prioridad, y de repente, sin haber llegado a la “hospitalaria” Europa, les hemos perdido la pista sin que a nadie parezca importarle.

Lo que sería política, de la de verdad, de la de altura, es que es impusieran sanciones a los Estados europeos que no cumplen con su deber de acogida, y que la Naciones Unidas, o quien corresponda, actúe con mano dura contra cualquier país, sea el que sea.

Lo que sería política, de la de verdad, de la de altura, sería mantener la coherencia y la unidad de criterio, y lo que no puede ser es que cada Estado europeo haga lo que le parece en un asunto como las migraciones, que afectan a todos cuando se tiene una frontera exterior común.

Pero claro, eso es hacer política de la de verdad, de la altura, y hoy la clase política no da la talla, viven el cortoplacismo, en el dejar pasar a 700 mientras mueren miles, o en no dejar pasar a 700 mientras miles se preparan para llegar.

Populismo también no reflexionar y tomar decisiones -por duras que éstas sean- sobre el papel de las mafias que se hacen de oro, porque ya ni tan siquiera están en la "obligación contractual" de cruzar a los migrantes de un lado al otro del mar, basta con dejarlos tirados en medio del desierto de olas y sal... que ya se ocupará "alguien" de rescatarles. ¿Es que nadie asume que todo está perfectamente organizado para que así sea? ¿es que nadie cae en la cuenta de que la inmensa mayoría de las pateras rescatadas en Alborán, lo son porque hay una llamada "humanitaria" desde Marruecos de una ONG avisando de la hora a la que ha salido y cuantas personas van en ella?

¿Por qué todo esto va a más, y los rescates son más frecuentes y de más personas, pero al tiempo nada se hace contra ese inmenso negocio del que se lucran criminales en las dos orillas?

Darse palmaditas en la espalda por lo buenos y humanitarios que somos acogiendo a 700 es tan patético como maldecir a quienes consideran una victoria no dejarles entrar en su país.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"