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No solo se queman árboles

Por Moises Palmero Aranda
jueves 09 de agosto de 2018, 13:27h

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No sabemos ni dónde, ni cómo, ni cuándo, y por desgracia, ni quién lo provocará, pero de lo que si podemos estar seguros cada verano es que el fuego abrirá noticiarios. Este año les ha tocado, a veces solo es cuestión del azar, a Portugal, Málaga y Valencia ser el foco de la desgracia, y cruzaremos los dedos para que ninguno más se sume a la lista.

Con los rescoldos, incluso cuando las llamas no han sido sofocadas, se intenta cuantificar las pérdidas ocasionadas por la catástrofe y casi siempre se hacen desde el punto de vista económico, tangible, a lo que los seguros pueden ponerle precio. Será el instinto de supervivencia, la resignación ante lo sucedido, la inutilidad de las lamentaciones o la necesidad de seguir adelante lo que nos lleva a no darnos por vencidos, a recuperar y reconstruir lo perdido.

Pero lo que nunca se hace es una valoración de lo que significa perder un bosque , de los beneficios ambientales que nos aportan, de forma directa e indirecta, porque la mayoría son servicios intangibles de los que nos cuesta entender su importancia y que no podemos reflejar en un número para poder compararlos y cuantificarlos. Eso es lo que se conoce como los servicios ecosistémicos, que cada vez se están teniendo más en cuenta para mostrar a la sociedad la importancia de proteger determinados ecosistemas que por nuestro estilo de vida están desapareciendo y que son fundamentales para conservar las condiciones del planeta y por consiguiente la vida humana.
Hay algunos de estos servicios que sí que son fáciles de entender ,que son los denominados de suministro, porque de forma inmediata podemos ponerle precio: los kilos de setas que perdemos, la madera, la cantidad de pastos que desaparecen para el ganado, el número de turistas que perdemos; pero hay otros que son difíciles de cuantificar y que de encontrar una forma eficiente de hacerlo nos harían entender todo lo que perdemos en cada uno de los incendios forestales. Son los llamados de regulación y culturales.

¿Qué precio le pondrías a los paseos que cada fin de semana realizas por un bosque, por un rio, por la orilla del mar para desconectar de la vida estresante que llevas? ¿En cuánto valoras la calidad del aire que respiras, la de especies de fauna y flora que viven en tu entorno, la vuelta de las golondrinas cada primavera? ¿Tienen precio tus recuerdos, los conocimientos que hemos perdido al encerrarnos en las ciudades o la belleza de un paisaje? ¿Cuál es el costo de las leyendas e historias que desarrollan la imaginación de los niños al pensar en hadas, gnomos y trasgos, o al fantasear con los misterios y secretos que se esconden en los senderos que los recorren?

Si pudiésemos ponerle precio a todas estas cosas quizás fuésemos capaces de entender lo que perdemos cada vez que se quema un bosque, se provoca un vertido de petróleo en el mar, se tira una bolsa al suelo, o alguien atenta contra cualquier ecosistema del mundo. Lo malo de saber el precio de las cosas es que alguien estaría dispuesto a pagarlas por sacar un beneficio personal, por eso debemos aprender a valorar lo que nos aporta la naturaleza sin sacarla a subasta ninguna. El dinero no debería comprarlo todo, y menos lo que nos pertenece a todos.

No quiero dejar pasar la oportunidad para alabar, agradecer y reconocer la encomiable labor de los equipos de prevención y extinción de incendios de nuestra comunidad autónoma, porque soy consciente, de que disponemos de una gran cantidad de efectivos cualificados que se juegan la vida en cada actuación, de medios, de recursos y de políticas preventivas para luchar contra los incendios forestales. Gracias a ellos, se han podido controlar, y han quedado como pequeños avisos a la sociedad, varios conatos de incendios que este verano se han producido en nuestra provincia.

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.