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La ola

Por Moises Palmero Aranda
martes 04 de diciembre de 2018, 21:01h

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Todos nos hemos quedado muy sorprendidos por el resultado obtenido por VOX en las últimas elecciones, y a nuestras mentes han venido imágenes de otro tiempo que creíamos superado. Desde que se conocieron los resultados se han hecho muchos análisis de las razones que han llevado a una parte de la población a depositar su voto, y por tanto su confianza, a esta formación política, y creo que no tengo mucho más que aportar. Lo que sí es cierto es que la tensión, el miedo, la preocupación, y todas las alertas han saltado con la aparición de términos como ultraderecha y fascismo. Y no es para menos.

Muchos somos optimistas pensando que no tienen mucho recorrido y que su burbuja, alimentada por los medios de comunicación a nivel nacional, se desinflará cuando la gente que les ha votado a ciegas conozcan su programa electoral. Además, confiamos en que todos aquellos que no fueron a votar y que ahora ponen el grito en el cielo y salen a protestar a las calles, en parte responsables del crecimiento de VOX, en las próximas elecciones no se les olvidará la importancia de pasarse unos minutos por el colegio electoral. Que seamos optimistas no significa que ignoremos las señales de alarma que estos señores, por llamarlos de alguna manera, han hecho saltar en nuestras cabezas.

Para mí lo más preocupante es ver la cantidad de gente joven que se está dejando seducir por su ideología, y los últimos acontecimientos me hicieron recordar una película alemana del 2008, La ola. La película está basada en un libro de Todd Strasser con el mismo título, escrito para narrar el experimento que un profesor de historia, Ron Jones de California, hizo en su instituto. Quería demostrar que ninguna sociedad, por muy libre y abierta que sea, es inmune al atractivo de ideologías autoritarias y dictatoriales. Es un buen momento para rescatarla y verla con esos jóvenes que quizás no recuerden los daños que causo el fascismo en todo Europa el siglo pasado.

El experimento pretendía responder a sus alumnos a la pregunta de cómo los alemanes permitieron al nazismo realizar las atrocidades que todos, o eso creía yo hasta ahora, conocemos. Aquel experimento, que duraba apenas una semana, consiguió demostrar la maleabilidad de la mente humana y lo vulnerables que podemos llegar a ser, ante una buena campaña de adoctrinamiento.

El profesor Jones lo basó todo en el lema "Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo".

El primer día empezó a trabajar la disciplina. Consiguió que sus alumnos se sentarán correctamente y que entrasen a clase en menos de treinta segundos sin hacer ruido. Luego empezó a ser más autoritario, consiguiendo captar la atención de los alumnos y mejorando su rendimiento. Los obligaba a levantarse para hablar, a llamarlo Sr. Jones, y hacer preguntas formuladas con tres palabras. Quien no cumplía las reglas era expulsado sin miramientos.

El segundo día, conseguida la disciplina y quiso resaltar el sentimiento de grupo. Para ello le puso un nombre al movimiento “La tercera ola” por una creencia de que las olas rompen en la playa en series y esa tercera ola es la más grande. Los invitó a vestirse a todos igual e inventó un saludo similar al del nazismo. Todos obedecieron la orden.

El grupo empezó a hacerse fuerte fuera de las aulas, y en un día pasaron de 30 a 200 miembros en el grupo. Todos querían formar parte del movimiento en el que unos se defendían a otros, e iban todas a una. Jones había demostrado lo fácil que es crear una identidad y manejar a la masa a su antojo. Los animó diciendo que “La tercera ola” pertenecía a un grupo a nivel nacional y que al día siguiente un candidato a la presidencia anunciaría el movimiento ante la nación. Para ver aquel anuncio, el quinto día, los reunió a todos en un salón de actos y les mostró una tele en la que solo se veía ruido en blanco. Luego les explicó que habían formado parte de un experimento y que entre todos habían creado un sentimiento de superioridad, de supremacía. Para terminar les mostró un documental sobre el régimen nazi y sus atrocidades.

Creo que no hay que ser alarmistas ante el crecimiento de VOX, pero tampoco tomárselo a la ligera, porque las sociedades son maleables y moldeables al antojo de unos cuantos, tal como Jones demostró en un sencillo experimento. Quizás no sea mala idea que algunos se sienten a ver la película mientras llegan las próximas elecciones.

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.