Pablo Casado y Pedro Sánchez, dos sonrisas

Sí, Pedro Sánchez estaba convencido de que con su sonrisa conquistaría votos, pero todo lo más que ha llegado a conquistar son corazones románticos, corazones de quienes vieron en él un intrépido político que se sobreponía al aparato de su propio partido, corazones de quienes admiraron su capacidad para no aceptar la derrota y seguir luchando hasta el punto de lograr lo que parecía a todas luces imposible. De hecho, se ha demostrado que era imposible, que gobernar con tan escaso aval electoral era imposible.

Sánchez ha llegado a presidente del Gobierno sin ser diputado, siendo el PSOE el segundo partido de la Cámara, que era algo que nunca antes había ocurrido, y hacerlo ganando una moción de censura, algo también inaudito. Y todo eso, después de perder dos veces estrepitosamente en las urnas pese a contar con el indiscutible respaldo de la militancia.

Claro, todo eso es como para sonreir, porque la fortuna te sonríe, pero el mismo viento que te impulsa a velocidad de crucero, puede llevarte a la tormenta perfecta, y entonces, la sonrisa desaparece.

Pablo Casado también sonríe, y no es para menos. Se presentó a unas primarias y las perdió ante Soraya Sáenz de Santamaría, la militancia no le dio su voto, pero la segunda vuelta, la de los delegados, le convirtió en presidente del Partido Popular… y eso que él sostenía que ésta no debía existir, que con la decisión de los afiliados debía ser suficiente.

Y la política volvió a mostrarse generosa con él, porque su primera cita electoral iba a tener en Andalucía, feudo del PSOE desde hace cuatro décadas. La cosa no era fácil, y menos, porque el candidato, Juanma Moreno, no era de su cuerda, y su equipo tampoco. Todo apuntaba a una nueva derrota del PP andaluz, lo que le habría dado la oportunidad de quitar a Moreno y adaptar la formación a su criterio.

Pero hete aquí, que la mayor derrota del PP-A se convierte en éxito, al lograr un pacto con Ciudadanos y Vox y lograr la presidencia de la Junta de Andalucía, por lo que puede colgarse la primera medalla electoral. Primeros comicios desde que preside el partido, y primer gobierno que logra… además el andaluz.

Algo que en principio debía ser un problema para su proyecto, la fuga de voto a la ultraderecha, le ha venido bien, y todo apunta a que le vendrá mejor en las generales, y la deriva del PSOE de Sánchez aleja de éste a Ciudadanos, por lo que entre las tres formaciones podrían alcanzar un pacto de gobierno a la andaluza para hacerse con La Moncloa.

El afán de Sánchez por explotar su sonrisa hasta la náusea, es decir, no convocando elecciones como se comprometió en la moción de censura, los sucesivos escándalos de sus ministros, su ambigüedad en las relaciones con los independentistas, su nada ambigua connivencia con Podemos… todo eso ha hecho que el gobierno se quede sin relato, es decir, se quede sin argumento, sin guion, sin que sepamos dónde va Pedro, como Alfonso XII, triste de él.

Como ejemplo de esto último tenemos lo de Franco… que lo sacamos mañana, que pasado, que al otro, que no sabemos dónde meterlo, que sí, que vamos a preguntar, que la cosa es complicada, que si tal, que si cual y Pascual. Al final, él fue quien sacó el tema, y quien no sabe qué hacer con él, porque le quema en las manos.

Lo de Pablo Casado es aún sonrisa, porque en las municipales de mayo, tiene fácil una victoria gracias a Vox y Ciudadanos, tiene unas generales con la misma previsión, pero en la que además el PSOE está trastornado y sin tiempo para crear el mencionado relato justificativo, lo que le puede suponer una fuga de votos hacia su izquierda –Podemos- y su derecha –Ciudadanos-.

Pero como se suele decir… quien ríe el último…