Reconozco que desde que Juanma Moreno es presidente de la Junta de Andalucía sigo con enorme interés la evolución de determinados aspectos institucionales, y no me refiero a los cargos o a las decisiones de gobierno. Hablo del simbolismo, como el que quiso darle Moreno a su primera visita institucional eligiendo para ella a Manuel Clavero Arévalo, ministro que fue de la UCD, y que dimitió en defensa de la autonomía andaluza como nacionalidad histórica, y luego impulsor de la expresión “realidad nacional” en el Estatuto; o la realización del primer Consejo de Gobierno en Antequera, sede del pacto entre partidos –no todos- para tramitación del proceso autonómico.
Pero en Andalucía venimos sufriendo un adoctrinamiento especial, hasta el punto de que los políticos en activo, en muchos –pero muchos- casos desconocen elementos esenciales de nuestra historia política autonómica más reciente, y por supuesto ignoran todavía más, hechos trascendentales como la Constitución de Antequera, la proclama de los Federales, el origen de la propia denominación de la Junta de Andalucía…
…en Almería la cosa no solo no es diferente, es peor, y quizá este cambio anime a algunos a interesarse un poco más por estos temas.
Las casi cuatro décadas de gobierno socialista en Andalucía ha extendido la idea falsa de que el referéndum del 28F se ganó… cuando en realidad se perdió; pero venía bien al imaginario popular del Régimen desprenderse del 4D -¡qué poco tardó el PSOE en quitarlo de Día de Andalucía!- e iniciar una nueva era, y para ello, imprescindible que tuviera su propia fecha.
En los colegios andaluces no se estudia qué pasó el 28F, no se estudia el entramado tramposo al que tuvimos que enfrentarnos los andaluces, no se estudia cómo el Estado tuvo que plegarse a una realidad indiscutible: habíamos perdido SU referéndum pero habíamos ganado clamorosamente nuestro derecho a una autonomía de primer nivel como nacionalidad histórica.
Para que aquel referéndum se ganara, una vez descifrado el enigmático sentido de la pregunta –todo un reto intelectual- los síes tenían que ser mayoría absoluta sobre el censo electoral (no más síes que noes, como parece lo sensato y es lo habitual en cualquier consulta de este rango), y tras muchas vicisitudes –no es el momento de entrar en ellas- Almería fue la única provincia en la que no se cumplió la regla. Lo síes fueron diez veces más que los noes, pero apenas faltaron 20.000 votos para ganar oficialmente.
Quedaron claras dos cosas. La primera es que Andalucía entera, desde Ayamonte a Pulpí, exigía autonomía de primera. La segunda, que los políticos habían creado un problema donde no debía haberlo habido si sencillamente se nos hubieran reconocido de entrada, los mismos derechos que a vascos y catalanes.
Los políticos crearon el problema, y los políticos debían resolverlo, debían dar respuesta a la realidad: un referéndum en el que el sí ganaba de modo bestial al no, pero que… oficialmente contaría para la historia como un no.
Pero claro, quien resolvió aquello no fue el PSOE, no… y por eso aquellos días críticos han sido extirpados de la historia de Andalucía, por eso se cuenta que se ganó lo que se perdió, para no tener que explicar quienes resolvieron la papeleta.
Por todo eso, un 28F en Almería, con un Partido Popular en el Gobierno de Andalucía, es todo un hito. Escuchar a la consejera de Agricultura almeriense, Carmen Crespo, destacando la figura de Blas Infante, en su discurso en el Teatro Cervantes, o escuchar cómo se identifica la “marca Almería” con la “marca Andalucía”, o escuchar que se pone la esperanza en que la Junta de Andalucía sea el mecanismo impulsor para el gran salto almeriense en vez de hablar de bloqueo, pues la verdad, cambia mucho las cosas y es un paso probablemente hacia la cohesión territorial que tanto necesitamos al sur de la Península.
Con este 28F y la nueva época que se abre en Andalucía, los recelos que tenían algunos almerienses con las instituciones andaluzas, azuzada por la manipulación del resulado del referendum y la mala gestión de los socialistas, deben ir desapareciendo.
Desde que los genoveses arramblaron con Almería, la provincia no ha conocido época más próspera en lo económico y en lo social, que la nacida de aquel 28 de Febrero cuando los almerienses, como el resto de andaluces, dijeron sí a una autonomía de primera, como nacionalidad histórica.
NOTA: No puede ser que hay quienes piden que el himno de España tenga letra para poder ser cantado, y el himno de Andalucía, que la tiene, se ponga en el Teatro Cervantes en una versión cantada de un modo tan alambicado que es imposible seguirla... Nuestro himno nace de una canción religiosa que cantaba los segadores, y la verdad... no me imagino yo a ninguno con esos gorgoritos. No quiero pensar que el objetivo era ese, que no se cantara.