El alcalde en las pequeñas cosas

Cuando el Partido Popular llegó a la Alcaldía de Almería… y ya ha llovido desde entonces, incluso aquí, un concejal con peso en el gobierno municipal que presidía Luis Rogelio Rodríguez (PP), me comentaba lo ilusionado que estaba, y el afán por recuperar el “tiempo perdido” que habían sido los cuatro años de la coalición PSOE-IU, pero añadía que “nos falta algo grande, un proyecto importante, aquí, en el centro, que se vea”.

Les respondí que discrepaba. Insistió en lo relevante -desde el punto de vista electoral- que resultaba poner en lugar visible una referencia de la gestión del Partido Popular.

Reiteré mi discrepancia, y le señalé que, en mi opinión, lo que la ciudad necesitaba en ese momento era recuperar el pulso, por lo que las urgencias eran poner en órbita la administración municipal, ordenar las cuentas, y actuar en las pequeñas cosas que se habían ido dejando pasar, en el centro, sí, pero sobre todo en los barrios.

Hay que recordar que por aquel entonces, teníamos en marcha la maquinaria de los Juegos Mediterráneos, que aportarían una cierta proyección exterior a la vez que una excusa perfecta para atraer algunas inversiones de otras administraciones… en ocasiones tan peregrinas como asociar el evento deportivo a la construcción de la Ciudad de la Justicia, que además, acabó siendo inaugurada años después.

Cuando el actual alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco (PP), hacía balance de su gestión -abriendo así la precampaña de las elecciones municipales- mencionaba mucho a las personas –no confundir con “gente”- y detallaba algunas de las cosas que se han hecho en la ciudad en los últimos años, siendo todas ella ejemplo de que no hacen falta obras faraónicas para mejorar la vida de los almerienses.

Es cierto que, en ocasiones, son imprescindibles esas infraestructuras voluminosas –en su día lo fue la Rambla García Lorca- pero por el contrario, con el mencionado 2005, la ciudad se llenó de instalaciones deportivas, siendo concejal de la materia Paco Amizián. Y fueron actuaciones costosas, pero que modificaron los hábitos de vida y afectaron a todos los núcleos de la capital en mayor o menor medida.

El actual alcalde también ha hecho mucho de esa labor de detalle, de esa atención a pequeñas cosas que tal vez no lleguen a suponer mucho dinero, pero que pueden cambiar mucho el día a día. Así, que haya más parques infantiles en las plazas, y que los que había hayan sido mejorados en sus instalaciones y mantenimiento, parece algo secundario… para quien no es padre o madre y tiene hijos en edad de usarlos. Lo mismo podría decirse de las intervenciones en muchas calles de toda la ciudad, en unas ocasiones arreglando acerado y asfalto, en otras colocándolo por primera vez, y lo mismo la iluminación, o la señalización.

Y dentro de estas pequeñas cosas cabría meter las fiestas, desde las inventadas como la Noche en Blanco, hasta las tradicionales como la Navidad, que han dado un salto cualitativo que puede observarse con solo atender a la participación ciudadana en ellas. Sin olvidar el revulsivo que ha supuesto para la actividad comercial en el centro, apoyada también por el impulso turístico-gastronómico de la Capitalidad 2019.

Luego hay inversiones importantes, que aunque no son directamente municipales, sí están transformando la ciudad, como la eliminación del paso a nivel de El Puche, pero que de nuevo, cambiará el modo de vivir Almería, como lo fue hacer el Parque de la Estación.

A este alcalde se le ve en los sitios, con la gente, pero a diferencia de otros políticos, se le ve como a ella, con vaqueros, sin corbata, se le nota cuando escucha, y se le nota porque responde.

Lo que también ha hecho este alcalde, es buscar el diálogo y la colaboración con otras administraciones de modo permanente. Lo hizo con la presidenta socialista de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a pesar de que lo quiso ignorar año y medio, lo ha intentado también con el aún ministro de Fomento, el socialista José Luis Ábalos, que ni ha respondido… y hasta se ha manifestado varias veces en la calle para reclamar al Gobierno central de su propio partido, mejoras ferroviarias.

Quien haya llegado a este punto, puede pensar que este artículo es un elogio en el que no se han incluido críticas, y es cierto. Pero quizá, quien sostenga esto debería asumir al tiempo, que habría sido necesario –buscando esa ponderación- recordar a quienes nunca se manifestaron reclamando nada a su propio partido, quienes cubrieron las vergüenzas de sus sucesivos incumplimientos, quienes fueron los que dejaron las arcas municipales llenas de telarañas… o por qué Alcaldía sigue estando en el Preventorio y no en la Plaza de la Constitución.