Rafael Sanmartín es periodista y autor de numerosos libros desde una óptica netamente andaluza. Ha sido redactor ó colaborador en varios medios escritos y audiovisuales –Canal Sur, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla, El Norte de Castilla, Radio Andalucía, Radio Asturias, Cadena Ibérica y otros-. De su producción literaria cabe destacar “El País que nunca existió”, “Grandes infamias en la historia de Andalucía” y “de aquellos polvos”, una historia pormenorizada de la llamada transición a la democracia, centrada en Andalucía.
Para el autor, la historia no son “cosas del pasado”, sino hechos que han modelado y condicionado la actualidad y el futuro.
De los premios obtenidos destacan el “Temas”, de relato corto, el del Consejo de RTVE, por la serie “La Andalucía de la Transición”, de Canal Sur, en 2001 y el del público del Festival Internacional de Cine Científico de Zaragoza en 2002.
Si con esto ya habría suficiente, es interesante añadir que en la actualidad preside el Centro de Estudios Históricos de Andalucía (CEHA) y que fue, desde la asociación Averroes, uno de los principales impulsores de la histórica manifestación del 4D de 1977 por la autonomía de Andalucía y su reconocimiento como nacionalidad histórica.
En este nuevo libro, Sanmartín se ocupa de la cuestión económica, y hace una descripción de la política económica que no considera Andalucía parte integrante del Estado ni de la entidad europea en formación, que en teoría pretende dar unidad a la mayor parte de los países de Europa.
En 1975 una revista del Ministerio de Comercio reconocía que Andalucía recibía tratamiento de colonia. “En realidad la situación no ha cambiado; por el contrario ha empeorado y la Unión Europea continúa en la misma línea” afirma el autor quien añade que “queda plasmado gráficamente en el trato dado a esta Comunidad, en la apropiación de sus señas de identidad –cultura, arte, enseñanza, historia- en el abandono de los servicios, comparados con los de otras comunidades de España y Europa y en el cierre de empresas y abandono obligatorio de cultivos, promovidos por la UE y el gobierno de España”.
Partiendo del título del libro querría conocer su opinión sobre el Brexit, porque parece que en el Reino Unido no lo han tenido muy claro y, aunque finalmente han salido, la cosa ha estado muy reñida.
La salida del Reino Unido está dejando a la vista su constante contradicción. La situación insular de Inglaterra le ha dado un sentimiento de singularidad y el haber construido un Imperio les ha dado el de superioridad. En ambos casos están equivocados. En la actualidad se debaten los partidarios del “Imperio Británico”, que todavía se cree una potencia mundial capaz de mantenerse sola y de quienes están más al día y comprenden que el camino más inteligente es de integración y cooperación.
Ellos han salido muy beneficiados en su etapa de pertenencia a la UE, ahí están los ejemplos de Imperial Tobacco, que se ha hecho con la totalidad del negocio de Francia y del Estado español, o de ABFoods, que se ha hecho con la totalidad del azúcar que se producía en el Estado, lo mismo que la francesa Lactalis se ha quedado con Puleva. Ahora se plantea un problema, lo que se produce aquí, al tener que pagar aranceles, pierde la ventaja que tenía sobre lo que importen de otros países, la agricultura andaluza –y esto es muy especial para Almería- puede encontrarse alguna dificultad, porque perderá la ventaja relativa que tenía respecto a terceros países, al tener que pagar aranceles, cosa que hasta ahora no tenía que pagar. Y en el caso contrario, nos puede costar más caro lo que les compremos, aunque si nos referimos al azúcar, por ejemplo, nos lo venden desde Inglaterra, pero viene de Egipto.
Blas Infante llega a contraponer Andalucía a Europa al afirmar que “España es el amo que Europa le puso a Andalucía, y que Europa es “pienso, luego existo”, mientras Andalucía es “siento, luego existo”. ¿Está de acuerdo con esto?
Por supuesto. Lo más molesto para España “per sé” y en su interés reciente por parecerse a Europa, es que la cultura de Andalucía es integradora, es humana. Mientras la cultura europea, como la española, es mercantilista. Los pueblos de la antigüedad llegaron aquí con un concepto específicamente mercantil: los godos, igual que luego los castellano-leoneses y los catalano-aragoneses, venían en busca de tierras fértiles, no para trabajarlas ellos, sino para tener gente que las trabajaran para ellos. Los godos exigían las dos terceras partes de todo lo que se produjera, agrícola, ganadero, minero o industrial. Castilla y León se apropió la tierra, de la que expulsó a sus propietarios legítimos para repartirla entre los nobles y las hermandades militares participantes en la conquista. A lo más que llegaron fue a arrendar parte de esas tierras a los mismos a los que se las habían quitado y dejaron muchas yermas, inactivas, porque no les hacía falta para su sustento personal. Eso provocó que Andalucía conociera el hambre.
Ni España ni Europa han comprendido ni quieren comprender la filosofía andaluza. Para ellos todo lo que no es mercantilismo, fuerza, imponerse a los demás y quitarle lo que tengan, no es propio de ser respetado. Para ellos sólo cuenta el poder.
¿A Andalucía le ha venido bien o mal estar en la Unión Europea? Han sido muchos los fondos europeos que han contribuido y contribuyen a construir infraestructuras, pero a la vez existe la sensación de que no ayuda precisamente a nuestro desarrollo, con muchas trabas y como mucha burocracia alejada de nuestra realidad diaria, como pasa con las cuestiones relacionadas con la agricultura o la pesca
Precisamente: acaba de dejarlo claro. La UE ha financiado infraestructuras, pero, en primer lugar, no atiende a las más necesarias: por ejemplo los tres corredores que podrían conectarnos con Europa, sobre todo el Mediterráneo, el más importante. Se financian infraestructuras pero, al mismo tiempo, se nos impiden cultivos y se nos quita industria. Da la impresión de que el gasto, la inversión de la UE, está encaminada más a ocultar esa labor contra la economía de Andalucía, que a ayudarnos a salir de los problemas que sufrimos de desindustrialización y, como consecuencia, de paro.
Lo más importante para un pueblo, de una nación, es ser dueño de sus propios recursos. Y en esto Europa, no es que no nos ayude: es que ayuda a los grandes a quitárnoslo, como ha ocurrido con el algodón con la remolacha y la leche, citadas antes. O como está ocurriendo con el agro almeriense, cada vez más amenazado y con más problemas, porque Alemania, Francia, Holanda, necesitan comprar los productos agrícolas a terceros países, para venderles maquinaria, electrodomésticos y bienes de equipo. Andalucía está pagando los negocios de Centro Europa con esos terceros países.
O como está ocurriendo con el agro almeriense, cada vez más amenazado y con más problemas, porque Alemania, Francia, Holanda, necesitan comprar los productos agrícolas a terceros países, para venderles maquinaria, electrodomésticos y bienes de equipo
En el libro se trata el caso de la minería y la industria asociada a esta en Almería. Si por una parte parece positiva, lo cierto es que no hay constancia de que tras el paso del tiempo la provincia se haya visto enriquecida con ello.
No se ha enriquecido porque el gobierno le quitó las minas a los empresarios almerienses y andaluces en general. La familia malagueña de los Heredia casi quedó arruinada por este proceder del gobierno. Esto también ocurrió en el resto de cuencas mineras. No es que se las expropiara, sino que les dificultó la extracción, porque se negó a construir carreteras y ferrocarriles y tampoco permitía que las hicieran las propias empresas. Aburrieron a los empresarios y, poco después, otorgaron las licencias a empresas extranjeras, concretamente alemanas, francesas e inglesas, que las compraron. Entonces hicieron las carreteras y los ferrocarriles, y algunos de estos últimos permitieron que fueran hechos por los nuevos empresarios. Es decir: negaron a los andaluces lo que luego permitieron a los de otros estados. Cuando el mineral se agotó, o cuando empezó a ser menos rentable extraerlo, esos empresarios se fueron, dejaron las minas abandonadas y en Almería no quedó ningún recuerdo en sentido económico. Es decir: no contribuyeron a mejorar la economía de Andalucía. Si los empresarios hubieran sido andaluces, igual que invirtieron en las minas tendrían que haber invertido en otros sectores. Puede que algunos se hubieran quedado en sus casas, pero muchos tenían necesidad de emprender. Y entonces había espíritu emprendedor.
Y, hablando de las líneas ferroviarias que llevó asociada aquella industria ¿los ejes Mediterráneo y Central ayudarán a sacar a Almería y por extensión a Andalucía de su situación económica?
Por supuesto, pueden ayudar y mucho. De los dos que has nombrado, el Mediterráneo es el más importante para Almería, pues le coge de lleno. Precisamente si los distintos gobiernos se inhiben, de uno u otro partido, y no le pone interés, es por la obsesión centralista de que todo tenga que pasar por Madrid, forzosamente. Eso supone un beneficio para Madrid, pero es un perjuicio para Almería.
Si los distintos gobiernos se inhiben del Corredor Mediterráneo, de uno u otro partido, y no le pone interés, es por la obsesión centralista de que todo tenga que pasar por Madrid, forzosamente
Ahora vivimos del sector servicios, como el turismo y del sector terciario, con la agricultura, ambos importantes en Almería. ¿Necesitamos a Europa, ella nos necesita a nosotros, ó como podemos hacer para no ser los perjudicados de esta coyuntura?
Lo que puedo decir va a levantar ampollas, pero Europa no tiene ni intención ni interés en mejorar el nivel de vida de Andalucía. En turismo van a seguir dominando los viajes programados, con los “Tour Operators”, que dejan un beneficio mínimo. Almería tiene una ventaja: en Roquetas está Hoteles Playa, una gran empresa hotelera que tiene aquí su sede central. Eso significa que de Almería sale menos dinero a otras naciones. En cuanto a la agricultura, claro, disponer de un mercado de trescientos millones de personas, sin aranceles, es mejor que disponer sólo de cincuenta millones. Pero está la parte negativa, que ya he tratado antes: La PAC se incumple, se deja entrar competencia de terceros países, para que los estados ricos les vendan sus fabricados. Lo dicho: Andalucía es la moneda de cambio de la UE. Sólo eso.
Almería tiene algunas empresas fuertes, como son Cosentino, que es líder mundial en su sector; o CASI, que es la exportadora número uno del mundo de tomate, o Cajamar, en el sector bancario. ¿Cree que reciben un trato similar al de otras grandes empresas españolas? Lo digo porque en Almería tenemos la sensación de que todo nos cuesta más esfuerzo a nosotros que a otros andaluces y, por supuesto, que a otros españoles.
Verá, dos cosas: en cuanto a que las empresas almerienses reciban un trato similar al de otras españolas, lo recalco: españolas. Rotundamente, no. El abandono de Andalucía por parte de los gobiernos españoles desde mediados del siglo XIX hasta ahora, está meditado y programado, y es para toda Andalucía. No hay más que repasar los datos y en el libro hay muchas pruebas documentadas de lo que estoy diciendo. El Estado español tiene muy asumido que Andalucía es una Nación sin Estado. Y, en consecuencia, lleva casi dos siglos boicoteando su despegue para impedir que pueda darse cuenta de su potencial, por si acaso eso nos diera argumento para exigir la independencia. Es un castigo porque Andalucía lo ha intentado varias veces desde la conquista hasta el mismo siglo XIX.
El abandono de Andalucía por parte de los gobiernos españoles desde mediados del siglo XIX hasta ahora, está meditado y programado, y es para toda Andalucía
En cuanto a la banca, cuidado: Caja Almería se salvó porque se integró en Unicaja, que era la entidad predilecta de Manuel Chaves y Magdalena Álvarez. Cajamar ha llevado a cabo una política de fusiones y absorciones muy inteligente. Ya era la primera rural de España cuando hicieron la primera fusión con la Rural de Málaga y han continuado hasta ahora. Eso, ese crecimiento, la ha convertido en “peligrosa”. Y su dossier está sobre la mesa del BBVA y de Caixabank, que aspiran a absorberla. Ahora mismo es imposible, porque las rurales son cooperativas. Pero al gobierno le cuesta poco hacer una nueva ley, como hicieron con las cajas de ahorros, para permitir que los bancos se las pudieran quedar sin desembolsar ni un euro. Cajamar ha crecido mucho, es la primera rural del Estado y una de las mayores de Europa, si no la mayor. Y ya ha atraído el interés de dos de los tres supergrandes. Almería, y no sólo Almería, Andalucía, deben estar preparadas para defender una entidad que tiene aquí su sede, su beneficio se queda en Andalucía y sus impuestos se ingresan en Andalucía. Hay que estar vigilantes para que no nos “cuelen” una ley para terminar, también, con las cooperativas de crédito.
Entonces, en su opinión ¿Europa es la solución o el problema para Almería en particular y Andalucía en general?
Una Europa de los pueblos, formada desde las naciones en vez de por los estados, sería solución porque sería la Europa de las personas. La actual nos quita más de lo que aporta. Por lo tanto es un problema muy grande.