Y de repente, nos dice en el Congreso este miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que gracias a su gestión de la pandemia del COVID19, se han salvado la vida de 450.000 “compatriotas”, pero es incapaz de informar de cuantos han muerto –que técnicamente parece más sencillo- porque la cifra lleva congelada diez días.
Y de repente, nos dice el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, niega ser el responsable de la gestión de las residencias de ancianos en las que han fallecido unas 20.000 personas, aunque el 19 de marzo comparecía en La Moncloa junto al ministro de Sanidad, Salvador Ílla, que delegaba en él las tareas del “mando único” sobre servicios sociales, y dedicó su tiempo a hablar de lo que había que hacer en ellas.
Y de repente, llega el portavoz de PSOE en el Parlamento de Andalucía, el almeriense Rodrigo Sánchez Haro, y califica de “enchufados del PP y Ciudadanos” a las 3.000 personas contratadas para evitar que nuestras playas se conviertan en foco de contagio del virus, sin más prueba que su palabra, y su experiencia en la corrupta administración andaluza según sentencias de distintas instancias.
Y de repente, llega el Gobierno y responde a dos diputados del PP de Almería, Miguel Ángel Castellón y Juanjo Matarí, que le preguntan cuantas mascarillas repartió en esta provincia, y cuantas tuvo que retirar por no ajustarse a la normativa sanitaria. Entonces descubrimos que el Gobierno, sostiene por escrito, que comenzó a distribuirlas el 10 de marzo, pero… resulta que el Estado de Alarma no se decretó hasta cuatro días después, y con él, se estableció el “mando único” y la centralización de la compra de material… cuya gestión no vamos a volver a recordar por bochornosa y trágica.
Y de repente, el Gobierno nos dice que desconoce cuantas se repartieron en Almería, porque se limitó a entregarlas a la Junta de Andalucía, y fue ésta quien las hizo llegar allá donde estimó oportuno con sus criterios. Pero claro, uno, que todavía tiene memoria, revisa lo publicado y se encuentra con que el propio subdelegado del Gobierno en esta provincia, el socialista Manuel de la Fuente, dice en un vídeo que el Gobierno de Sánchez va a entregar 160.000 mascarillas a los almerienses, y desde su gabinete de prensa se anunció días antes, el mismo día, y durante un par de días posteriores.
Y de repente, uno se pregunta por qué el Gobierno que difundió a bombo y platillo –léase Twitter y Facebook- que distribuía 160.000 mascarillas a los almerienses, ahora afirma desconocer ese dato.
La respuesta es, la respuesta no dada.
Les decía que los diputados hicieron dos preguntas: cuantas se entregaron, y cuantas fueron retiradas. Pues ahí está la clave. Desentendiéndose el Gobierno del reparto, se desentiende de la retirada, y así nos deja sin saber si hubo que devolver alguna, y cual fue el procedimiento, y lo que es más importante, el dato para ponerlo en referencia a los sanitarios contagiados en la provincia que, afortunadamente, han sido pocos.
Con estos antecedentes próximos, por no remontarnos a los ya reiterados tantas veces, es normal que convulsionen ciertos medios de comunicación, aquellos que más difícil tienen sostener las patrañas que escuchamos, vemos y leemos.
A veces se les hace tanto duro construir una realidad parelela, que unos desisten y otros tienen que unirse para hacer fuerza, pero aún así, su realidad acaba pareciendo más una realidad para lelos. Y créanme, tampoco hay tanto lelo.