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De exigir al Gobierno a pedir a RENFE

Por Jose Fernández
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domingo 12 de julio de 2020, 13:51h

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Uno de los iconos del pensamiento progre de todos los tiempos, Noam Chomsky, señaló hace muchos años que el lenguaje era un conjunto finito o infinito de oraciones, cada una de ellas de longitud finita y construida a partir de un conjunto finito de elementos. Palabrería para definir a la palabrería, que podría decir alguien con menos pedigrí intelectual y con más ganas de ser entendido fácilmente. En todo caso, el lenguaje no sólo es una herramienta de comunicación, sino que es la fuerza más poderosa del mundo, pero siempre que a las palabras unamos la acción. De otro modo, no es más que palabrería. Algunos llaman coherencia a este modelo y otros, como yo, lo sacamos de paseo hoy para recordar que en Almería estamos hartos de muchos discursos y estrategias que bajo el paraguas formal de la defensa de los derechos de los almerienses ocultan una fuerte precipitación de incoherencia y sectarismo. En una palabra: palabrería
Y lo digo porque la Mesa del Ferrocarril ha vuelto a la vida. ¡Mil albricias! La dábamos por muerta, pero en realidad estaba barnizándose de condescendencia y dándose un cepillado de comprensión con este singularísimo gobierno de progreso que, lo que son las cosas, no ha proporcionado ese cambio espectacular en materia ferroviaria que auguraban sus miembros y miembras en sus frecuentes locomotoradas callejeras. Y con mucho dolor de corazón, no han tenido más remedio que salir del oscuro ángulo en el que estaban acumulando polvo y convocar no ya una manifestación (recuerden el famoso dicho sobre lo que comen o dejan de comer nuestros mejores amigos, los perros) sino un modesto canutazo de prensa (es decir, hacer una declaración a un reducido grupo de cámaras y micrófonos) para quejarse un poquito y a media voz por la supresión de la Tarifa Alcazaba de descuentos que presentó a bombo y platillo el PSOE en plena campaña electoral usando a su candidato, Fernando Martínez, como portavoz en la Subdelegación del Gobierno.
Su presidente, José Carlos Tejada, no convocó a los medios a las puertas de esa subdelegación del Gobierno, como hacía cuando gobernaba el PP de Mariano I El Pérfido, ni tampoco se vistió de luto para la ocasión, como cuando le organizaban entierros reivindicativos con plañideras y coronas al subdelegado de gobierno del PP que tocase. Se limitó a decir que la cosa ferroviaria estaba tan mal como siempre y pidió a RENFE que mejorase las cosas. Ojo. Antes, el señor Tejada y su cohorte de pancartistas EXIGÍAN al GOBIERNO del PP que se adoptasen medidas urgentes, etcétera. Ahora, eso mismo se lo PIDEN a RENFE. Y no se lo pidió por favor, yo creo que por decoro. ¿Ven lo que les decía antes del lenguaje? Ya no hay exigencia: hay petición. Ya no hay Gobierno del PP; ahora hay RENFE. Ya no hay luto; hay camisetilla veraniega.
Y todo esto está muy bien, y es legítimo que la gente refuerce o matice sus protestas en función de sus preferencias políticas. No pasa nada. Lo que pasa es que esas cosas deben hacerse bajo la bandera de un partido político, sin tapujos, sin afeites y sin zarandajas. Se cabreaban mucho cuando se les llamaba la Mesa del Ferrocarril del PSOE, pero es que eso y no otra cosa es lo que han sido, son y serán. Se han arrogado la titularidad del conjunto de la “sociedad civil almeriense”, sin ser más que un apéndice de arrimados y agradecidos al PSOE, partido al que jamás tosen los progres almerienses, aunque desde Madrid o Sevilla nos distingan con la más cálida de sus meadas.
La pena es que esa actitud de servilismo o fiereza dependiente del color del gobierno de turno ha acabado contaminando y arruinando una reivindicación cargada de justicia histórica que, bien administrada, podría haber dado más y mejores frutos.

Jose Fernández

Periodista.Asesor de Prensa
en el Ayuntamiento de Almería.