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Un Estado que Alarma

Por Rafael M. Martos
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lunes 26 de octubre de 2020, 09:46h

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No es de recibo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pretenda imponer un Estado de Alarma de seis meses y medio a cuenta de la situación de pandemia que estamos sufriendo.

Una vez ha dejado en evidencia que para él, lo primero no son las vidas ni las haciendas, porque como Calderón de la Barca ponía en boca de Pedro Crespo en “El alcalde Zalamea”, han de entregarse al Rey, está dispuesto a saltar por encima de cualquier límite democrático para borrar su responsabilidad en el enquistamiento de la crisis sanitaria, económica y ya, institucional.

Si tuviera honor, pero eso, como también recitaba Crespo, “es patrimonio del alma, y el alma solo es de Dios”, habría dimitido ya asumiendo su constatada incapacidad de gestión y su irresponsabilidad no solo política, también humana.

No voy relatar por interminable, la lista de insensateces salidas del conciliábulo que se sienta cada martes en La Moncloa, porque ahora lo importante es la situación de excepcionalidad en la que nos quieren meter más de medio año del tirón y con la anestesia de la pandemia.

La cuestión no es si jurídicamente la declaración de Estado de Alarma es necesaria o no para la imposición de ciertas medidas que puedan reducir la transmisión del COVID19, la cuestión es que se pida al Congreso validar esa situación para seis meses y medio, porque aunque ahora únicamente se nos diga que es la cobertura legal para poder establecer un toque de queda, y se nos diga que la aplicación de ésta y otras medidas quedarán en manos de los gobiernos autonómicos, lo cierto es con este instrumento el Gobierno tiene en sus manos la posibilidad legal de hacer lo que le dé la gana… empezando por ampliar el toque de queda lo que le parezca oportuno o quitar el control a las autonomías. Pero puede ocultar contratos, puede monitorizar medios de comunicación y redes sociales, puede expropiar y embargar sin dar cuentas a nadie, puede evitar el control parlamentario… todo eso ya lo ha hecho, pero tenía que dar cuenta cada quince días, y ahora no quiere hacer ni eso.

Y es que no nos podemos fiar, porque es el mismo gobierno que en junio nos animaba a salir a las calles y disfrutar porque habíamos derrotado al virus, y el mismo que anunció la elaboración de un paquete de leyes y reformas legislativas para que en caso de una segunda ola no hubiese que recurrir al Estado de Alarma. Pues bien, lo primero ha conducido a lo segundo, y mientras tanto ¿qué ha hecho el Gobierno? Nada bueno.

El presidente se fue de vacaciones, el responsable sanitario del tema, Fernando Simón, lo mismo, y el tema central del debate político fue si monarquía o república, y claro, no podía faltar una nueva ley de memoria histórica con su correspondiente dosis de franquismo enlatado… y en esas han estado quienes ni tan siquiera a estas alturas tienen proyecto de presupuestos generales.

Nos enteramos de que no había comité científico alguno para la desescalada, pese a las reiteradas afirmaciones del Gobierno, que ponía bajo su criterio ese proceso, y de aquellos polvos estos lodos.

Lo que no quiere Sánchez es tener que dar cuentas en el Congreso cada dos semanas, porque como buen bolivariano prefiere un semanal “Aló Pedro” sin preguntas, o preguntas filtradas.

Y como ejemplo les pongo uno de andar por casa. Con la excusa del Estado de Alarma, la delegada del Gobierno central en Andalucía, Sandra García, y el subdelegado en Almería, Manuel de la Fuente, han suspendido la presencia de medios de comunicación en la inauguración de una obra en el municipio de Adra. El acto se hace, nos mandarán nota informativa y fotos, pero no habrá periodistas incómodos que pregunten sobre, por ejemplo si el Gobierno mantiene que el AVE funcionará en nuestra provincia en 2023 teniendo en cuenta que la mitad de los tramos están aún sin licitar.

El resto de instituciones y los partidos políticos que tienen convocatorias para el lunes, las mantienen, pero el Gobierno ya ha encontrado su coartada para no someterse al control mediático.

Lo que no quiere Sánchez es tener que negociar cada dos semanas para que le aprueben el Estado de Alarma, y examinarse de lo hecho para no ser suspendido.

Los totalitarismos comienzan así, eludiendo el control de los medios, asegurando el control sobre el Legislativo, y modelando el Poder Judicial a imagen y semejanza del Ejecutivo.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"