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Ocupen su localidad

Por Moises Palmero Aranda
miércoles 04 de noviembre de 2020, 12:30h

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Mientras suena el redoble de tambores, los rumores flotan en el aire y esperamos el irremediable confinamiento, me viene a la cabeza Joaquín Sabina vestido de maestro de ceremonias, con una brillante y llamativa chaqueta de frack roja con ribetes dorados, un alto sombrero de copa y botas negras cantando eso de “Vengan pequeños y grandes, no lo olvidarán jamás”. Una canción que tituló Ocupen su localidad y que abría su tercer disco, Ruleta Rusa, donde también se incluía, para cerrar el espectáculo, la canción Pisa el acelerador.

Tres títulos que podrían conformar una banda sonora para resumir la intensa semana que vamos a vivir hasta que nuestro presidente, el ínclito, el maravilloso, el de los dedos vertiginosos, se canse de demostrar que toma las decisiones cuando son necesarias, no cuando los presidentes autonómicos se lo piden. Es importante que sepamos quién manda, no vaya a ser que luego los meritos, las medallas, se las pongan otros. Es mejor dejar pasar un tiempo precioso, calculando la llegada de la Navidad, resistiéndose a un confinamiento anunciado, haciendo girar el tambor del revólver en el que gira una sola bala.

Luego vendrán las prisas, las lamentaciones, las acusaciones cruzadas y nos señalarán, resignados con el dedo, porque hemos sido malos por no hacer las cosas que con tanto cariño planearon. Paternalistas nos repetirán hasta la saciedad que lo hacen por nuestro bien, para que podamos brindar con la familia celebrando la llegada del Mesías. Esos días, cuando nos hayan repetido el anuncio lacrimógeno de la lotería hasta la saciedad, saldremos a la calle con la bula navideña, puros, limpios, imbuidos de un halo de felicidad, a pisar el acelerador a fondo, a consumir como posesos, a salvar la maltrecha economía, a olvidarnos por unos días de la amenaza invisible que nos seguirá acechando y que será el preludio de un nuevo confinamiento semanas más tarde, quizás hasta que la llegada de San Valentín inunde nuestros comercios de amor y nos permitan salir a celebrarlo gastando lo que nos habremos ahorrado en los cafés, copas y teatros clausurados.

Pero eso es adelantarnos demasiado al tiempo. Pensar con dos meses de antelación lo que va a ocurrir es un atrevimiento que pronto nos aconsejaran no hacer. Centrémonos en ese espectáculo que nos prometía Sabina y donde nos presentaba a una larga lista de personajes insólitos entre los que destacaba la Ines-mimable participación y el enano de la Orquesta Mondragón.

Así que adaptando ese espíritu circense los invito a que ocupen su localidad y presten todos atención, porque a punto está de levantarse el telón. Señoras y señoras, niños y niñas, pasen y vean a la Europa precavida, a la España dividida donde conviven políticos insensibles con sanitarios cansados y cabreados, con hosteleros desolados y una larga lista de maestros resignados. Hermosos jóvenes violentos, inconscientes y fiesteros se mezclarán en las calles con los honestos hijos de la barrendera, con los responsables estudiantes que cuidan de sus abuelos. Aprenderán de los científicos ignorados que se lamentan en los platós de televisión donde mordaces presentadores leerán hasta la saciedad la información programada. Famosos cantantes negacionistas se convertirán en héroes y villanos para una multitud dividida y confundida en el uso de la mascarilla. Un experto en salud pública pedirá perdón a las enfermeras ofendidas mientras los autónomos insumisos se buscan la vida en el mercado negro de la desesperación. Llenen sus despensas de harina, sus baños de papel higiénico, su nevera de cervezas. Paguen sus recibos de internet y de la luz si no quieren aislarse del mundo. Despídanse de sus seres queridos y desempolven sus mejores galas para salir a los balcones a aplaudir a los esenciales. Presenciaran como por arte de magia los números rojos se multiplicarán en sus cuentas corrientes, mientras las de los bancos adquirirán el obsceno verde de las comisiones. Prepárense a escuchar los trinos de un mundo mejor, los cantos de sirenas que nadan en un mar que añorarán y al que solo verán en sueños. Les prometemos una experiencia única donde recordarán lo que perdieron, el mundo que se fue y que sustituiremos por uno donde no tenga que salir de casa, donde no tenga que respirar el contaminado aire de sus iguales, donde será el rey que quiso ser, no ese mujeriego, ladrón y cazador de elefantes que nos engañó durante cuarenta años. Ocupen su localidad, a punto está de levantarse el telón. O de bajarse, como prefieran.

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.