La dinámica de la comunicación en los partidos políticos atiende muchas veces a las leyes de la dinámica de fluidos inestables, capaces de pasar a lo viscoso a lo burbujeante en apenas un instante. Y como nota general, los movimientos y reflujos expresivos se miden desde la inmediatez del instante (algún día se podrá evaluar el daño que el tuiter ha causado a nuestra vida en general y a la comunicación política en particular) despreciando el hecho físico de que por muy desbocado que resulte el tsunami, el mar vuelve siempre a su sitio dejando en el terreno arrasado un variopinto registro de materiales de desecho.
Pero no estoy aquí para hablarles de mares gruesas o rompeolas descacharrados. Quiero fijarme en ese otro fenómeno de la naturaleza que es el portavoz socialista Rodrigo Sánchez Haro, el edecán almeriense de Susana Díaz, la emperatriz del miarmismo socialista andaluz de toda la vida, inmersos ahora en una gira con espectáculo flamenco de esos con gran cierre de fiesta por bulerías con rondo sudado de palmeros y bailaoras. Y el bueno de Rodrigo, que es un profesional del tablao y tiene el apego del que se sabe nada fuera la sombra arrimada, se está viniendo tan arriba en sus ruedas de prensa que llega al extremo de emplear los atriles del PSOE andaluz para acusar al actual gobierno andaluz (el trifachito de las multiderechas, la profecía del apocalipsis y todo eso) de malversación de dinero público, de corrupción y de todo el catálogo de golpes bajos que busca el púgil sonado que se intenta abrazar al contrincante. En fin, el PSOE andaluz hablando de golferías. Torbellino de colores.
No digo yo que desde la oposición no se pueda o se deba intentar desgastar a los gobiernos, porque esas son las reglas establecidas y no pasa nada. Lo que vengo a decir es que el desparrame estratégico del PSOE andaluz no parece haber reparado en lo que hace y lo que dice. Y como no soy tan largo ni tan malvado como el ex presidente González, me atreveré a señalar lo que a mi juicio no es que sea una metida de pata, sino que es ya uno de esos moáis de la Isla de Pascua de los que vemos solamente la cabeza sin saber que debajo hay enterrada una escultura que la triplica en volumen.
Vamos a ver, Rodrigo: la corrupción ha sido el cáncer de la democracia española y la semilla del nacimiento de partidos populistas de recetas fáciles que han logrado cabalgar el natural malestar que provoca en el contribuyente descubrir que unos golfos les están levantando la pasta para llevárselo crudo. Unos para primeras comuniones y otros para putas y droga. Y es normal que eso no guste. Lo que ya no es normal es que alguien del PSOE andaluz pretenda enarbolar la bandera de la decencia después de lo que los jueces (no los periodistas, ni los tertulianos, ni los tuiteros) han dicho, están diciendo y sabes que van a seguir diciendo en el futuro sobre todo lo que los socialistas habéis robado, repito el verbo por si no se me ha entendido, robado, en los últimos cuarenta años en Andalucía.
Espérate, que ya me anticipo yo: que sí; que en el PP ha habido golfos que han robado también y tan ladrón es el que roba 5 como el que roba 50. Pero para medir esas cosas están los jueces y para alojar a los que así se comportan están las cárceles. Así que mientras los jueces trabajan y los medios afines aventan el Cantar del Mío Bárcenas (¿ha habido alguna novedad o prueba aportada por este jeta que desde la cárcel está en plena estrategia judicial de defensa?) creo que todo lo que el PSOE andaluz hable de corrupción no hace sino devolver a la superficie todos los pecios delicitivos que dejó a su paso el PSOE por la Junta de Andalucía en esa marejada de impunidad que sopló durante casi cuarenta años seguidos.
Allá pues el disciplinado Rodrigo con sus ruedas de prensa de arte y ensayo intentando hacer piña con una Susana Díaz que mientras mande Sánchez tiene el mismo futuro que Paquirrín en la Academia de la Lengua. Pero si acepta mi recomendación, creo que le irá mejor si baja las pulsaciones y se piensa dos veces si salir o no salir a leer lo que le mandan. Y es que escuchar al socialista almeriense Rodrigo Sánchez hablando de corrupción es como ver a la viuda de Sadam Husein ponderando la resistencia y solidez del cáñamo. Un disparate.