Un par de campañas electorales atrás, se puso de moda entre los partidos políticos usar el corazón en su logotipo, algo –si me permiten la consideración- bastante cursi, y que visto el modo en que les fue a todos ellos, pues no les rindió mucho más que su iconografía tradicional.
Lo cierto es que a día de hoy si algo ha perdido el Gobierno es el corazón, aunque tenga dos, el del PSOE y el de Unidas Podemos.
Porque hace falta no tener corazón para alcanzar el paroxismo de la burla ante la situación de precariedad económica en la que nos estamos hundiendo, donde aquel “no va a quedar nadie atrás” solo es reconocible en el hecho de que nadie avanza, única manera de que nadie quede atrás.
Si a día de hoy el Gobierno al que Vox califica de “socialcomunista bolivariano y criminal” pero al que va a permitir que disponga sin dar cuentas a nadie de los 140.000 millones de euros que vendrán –previsiblemente- de la Unión Europea, focaliza en esos fondos su esperanza de recuperación económica, debía antes dar cuenta de los 200.000 millones de euros que el presidente Pedro Sánchez anunció hace casi un año precisamente para lo mismo.
Si con 200.000 millones estamos donde estamos ¿dónde estaremos con 140.000 millones?
Lo mismo cabe preguntarse con esos 11.000 millones de euros anunciados hace una semana por Sánchez en el Congreso, y de los que no sabemos absolutamente nada más, porque es solo una cifra de la que nos preguntamos lo mismo ¿De qué nos servirán 11.000 millones si con 200.000 estamos donde estamos?
Pues la respuesta en bien simple. Tenemos un gobierno sin corazón, porque solo así se puede entender que aquellos 200.000 millones euros fueran una suerte de trile contable para quedarse con los julais, un timo de la estampita en la que nada es lo que parece, porque en realidad aquello no eran más que avales para préstamos que había que devolver, y que en muchos casos han servido para pagar los impuestos que se niegan a reducir ese mismo gobierno, o era el dinero de los ERTE, o incluso gasto sanitarios en algún caso.
No hay plan para esos 11.000 millones, o mejor dicho, lo están elaborando ahora, después de prometerlos solemnemente desde la tribuna. Quizá serán para cubrir la refinanciación de préstamos ICO, o para mantener los ERTE, lo que por ejemplo, perjudica a quienes han aguantado a pulmón hasta ahora, y estando ahogados, esos serán quienes se queden fuera… o no, porque insistimos en que no se ha dicho nada al respecto, ni tan siquiera de dónde saldrán.
Viendo lo ocurrido con el Ingreso Mínimo Vital, las esperanzas no son mayores. Una aportación económica que ya tenían implementadas todas las comunidades autónomas, tenía que hacerse también desde el Gobierno central para demostrar que ellos… sí que tienen corazón… pero no llega a casi nadie de quienes lo necesitan, y a quienes llega lo hace tarde y en cantidades que no alcanzan ni el rango de limosna.
Son familias trabajadoras –y ahí se incluye el empresariado, porque también trabaja- las que podrían aliviar su vida con reducciones de impuestos por ejemplo, pero claro, alguien tiene que financiar las ayudas sociales que demuestran ese doble corazón del Gobierno. ¿Y al final qué sucede? Pues que cada vez hay más parados a los que hay que atender, porque las empresas no pueden mantener el empleo, y no lo pueden mantener porque cada vez pesan más las exigencias tributarias, porque cada vez es mayor la presión fiscal, cada vez es más complicado pagar los créditos bancarios…
Si tuviesen corazón, al menos no jugarían con las esperanzas de la gente, esa gente que no se queda atrás porque sencillamente, está parada.