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Sísifo en el Cerro San Cristobal

Por Jose Fernández
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lunes 12 de abril de 2021, 11:18h

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“Los dioses habían condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”. En su ensayo “El mito de Sísifo”, Albert Camus reflexiona sobre lo absurdo e inútil de la vida, conectando el terrible destino de Sísifo con las circunstancias propias del hombre actual, que me atrevo a decir que eran tan desazonadoras en el momento de su publicación -1942, en plena Guerra Mundial- como lo pueden ser hoy mismo.
Nunca fue Camus un autor jovial y chispeante, de esos que se leen con la sonrisa dibujada en la boca. No; más bien no. Pero creo que es muy oportuno rescatar sus reflexiones después de conocer que la barandilla metálica que el Ayuntamiento colocó hace apenas un mes en el mirador del Cerro de San Cristóbal, ese lugar donde la historia y el horizonte de Almería se cruzan en una parábola irrepetible, había sido arrancada, desmontada y amontonada para su venta en una chatarrería. Un mes ha durado la mejora. Unos vecinos avisaron a la Policía Local y los cafres autores de semejante acción se dieron a la fuga antes de poder trasladar las piezas.
El Ayuntamiento había invertido 50.000 euros de todos los almerienses para modernizar los accesos a ese promontorio, dotándolo de una barandilla que facilite la subida a nuestro particular Corcovado y dignificar así una zona rodeada de estampa histórica y perspectiva sociológica. Y de nuevo, como tantas veces pasa en Almería, nos volvemos a dar de bruces con la indisimulable realidad del subdesarrollo emocional de quienes no quieren o pueden entender el concepto de la convivencia ordenada que ya en los tiempos del pobre Sísifo se conocía como la polis griega, que es de donde arranca la política. Pero si me permiten, esto no es una cuestión de política, ni tampoco de policía (qué ternura produce ver que a estas alturas sigue habiendo quienes piensan que la solución al vandalismo está en poner un gendarme junto a cada barandilla o a poner una cámara en cada rincón) sino de simple educación. En Almería seguimos padeciendo a diario los efectos de un analfabetismo emocional más llamativo aún que el ortográfico (que ya es decir) porque hemos despreciado y dejado de enseñar y transmitir valores como la urbanidad y el respeto, que seguramente tendrían un poso de sulfito franquista. Ahora parece mucho más positivo insistir en los mensajes de género y génera y en el discurso políticamente correcto. Recuerden -y esto es un dato- que en la misma zona de San Cristóbal el Ayuntamiento no pudo organizar conciertos el verano pasado porque el Centro Superior de Investigaciones Científicas determinó que la música alta podría incomodar a unas cabras. En esas estamos.
Pero como no quiero abrir ese melón, vayamos abriendo mientras la cartera. El Ayuntamiento volverá a reponer esa barandilla porque la lucha contra el vandalismo es como llevar una piedra desde el valle a la cima de una montaña para que luego vuelva a deslizarse hacia abajo. Es la melancolía de lo inútil, pero no sólo es lo que se debe hacer, sino que además es lo consecuente cuando se pide a la gente que haga lo que debe, aunque a veces no guste. Entiendo que den ganas de pedir que no se vuelva a colocar la barandilla o que la nueva se instale electrificada, pero eso tampoco solucionaría nada. La buena gente, que es la mayoría, no se merece el triunfo de la sinrazón y la ausencia de valores.
Así que, venga, bajemos a recoger la puñetera piedra.

Jose Fernández

Periodista.Asesor de Prensa
en el Ayuntamiento de Almería.