Cristiano y el veneno de la Coca Cola
Por
Moises Palmero Aranda
domingo 20 de junio de 2021, 10:51h
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Retirando los botellines, Cristiano, ha generado grandes debates, pero muchos han sido cortinas de humo para desprestigiar al jugador, defender a la multinacional y no hablar de lo que le impulsó a hacerlo: coca cola es un veneno para nuestros niños. El tiempo dirá si lo movió un interés económico, pero por ahora se ha ganado mi aplauso y no quiero desaprovechar la ocasión para ofrecerle algunos argumentos que sumar a su cruzada.
Coca cola es el principal ejemplo de la insensatez del mundo que hemos creado, de un sistema que prima el beneficio económico por encima de la salud de las personas, del planeta y de los derechos humanos. Esta empresa nos demuestra cada día el poder que tiene la publicidad para que paguemos por envenenarnos, llenar los ecosistemas de plástico, y permitir que les roben el agua a millones de personas en el mundo.
Los estudios sobre el daño para la salud de los refrescos azucarados son numerosos y a pesar de eso seguimos permitiendo que se comercialicen. Por 600 ml, que es el envase más vendido, consumimos 63 gramos de azúcar, o dicho de otro modo, 12,5 cucharadas de café, un 250% más de lo recomendado en adultos y casi un 400% en los niños. El exceso de azúcar sabemos que provoca numerosas enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad y adición.
Además, hay estudios que alertan sobre el colorante Caramelo IV que al calentarse produce determinados subproductos que provocan cáncer, y del acido fosfórico escondido en su fórmula secreta, que extrae y no permite una buena fijación del calcio en los huesos. Ya no se trata de que cada uno beba lo que quiera, es que permitir su venta es un atentado contra la salud pública.
Es inmoral, por muchas leyes del libre comercio que existan, que se permita a este tipo de empresas patrocinar eventos deportivos y sobre todo cuando hay niños de por medio. Sus patrocinios de torneos y competiciones infantiles lo único que garantizan es que tendrán clientes fieles, enganchados, adictos en el futuro. Es como regalar papelinas en la puerta de un colegio, salvo que los refrescos son legales.
A los daños a la salud se les unen los ambientales. El informe «Hablan Basura: El manual corporativo de soluciones falsas a la crisis del plástico» recoge diferentes estrategias de las multinacionales para lavar su imagen ante la ingente cantidad de plástico que generan y distraernos con promesas que nunca cumplen y que solo son sostenibles en el papel.
Coca Cola presume de crear 200.000 botellas por minuto, una quinta parte de la producción mundial, para lo que utiliza 2.9 millones de toneladas métricas de plástico al año. A pesar de esto, en 2020, su jefa de sostenibilidad declaró que no tienen pensado renunciar a los envases de un solo uso por cuestiones económicas y porque sus clientes, según ellos, los demandan.
Su greenwashing es anunciar que sus envases estarán hechos, en 2030, al menos con un 50% de materiales reciclados, el 25% de residuos marinos, y que en la actualidad son 100% reciclables. También financia la campaña Mares Circulares donde los niños recogen de las playas las basuras que la propia empresa genera, y lo hacen bebiendo Coca Cola. Eso si es economía circular y lo demás es tontería, porque pagarle a Ecoembes(otra parte del problema) por envases producidos sabiendo que solo un 30 % se reciclarán, no lo es.
Y no olvidemos los problemas sociales que está generando al robar el agua en países como El Salvador, la India o México entre otros, donde la población tiene restricciones para obtener agua potable, pero estas multinacionales tienen vía libre para sobreexplotar las reservas.
Lo más triste es que detrás de estas barbaridades hay leyes que los validan, y muchos países y corruptos que se aprovechan de sus mordidas, llámenlo impuestos o patrocinios, para permitirles que sigan jugando con nuestras vidas.
Por eso, gestos como los de Cristiano son fundamentales, y que en 2006, cuando aún tenía 21 años y no sabía lo que sabe ahora, hiciese un anunció para esta empresa, no invalida su mensaje. Además el gran Kiko Veneno lo canta en Reír y llorar «la coca cola siempre es igual, pero yo no, yo puedo cambiar». Me alegro que él lo haya hecho, pero me da que el impacto de su gesto será mínimo, porque esos 4.000 millones de dólares perdidos en la bolsa los recuperarán rápido gracias a que la maquinaria publicitaria se ha puesto a funcionar y ya hay jugadores, y medios de comunicación, ofreciendo su alma al diablo y con ganas de reírse de Cristiano cantado la mítica frase de Pata Negra «todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda» pero les deja ingentes beneficios.
Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización.
Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación)
Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario.
32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos.
Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus.
También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”.
Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.
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