El 28 de octubre de 2007, bajo gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Memoria Histórica, y el día 10 de diciembre, fue aprobada en el Senado.
Como eso no fue suficiente, en marzo de 2017, la Junta de Andalucía bajo presidencia de la socialista Susana Díaz, aprueba su propia de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía.
Pero como esto tampoco era bastante, en 2020, el presidente socialista Pedro Sánchez, impulsa una nueva Ley de Memoria que, finalmente ha llegado a las Cortes en julio de 2021.
Antes de estas leyes, y desde 1976, se han aprobado pensiones para los combatientes que perdieron la guerra, también la asistencia médico-farmacéutica y social para sus viudas y descendientes, indemnizaciones para quienes fueron militares o policías en la II República, para los carabineros, indemnizaciones para los represaliados que sufrieron pena de prisión, e incluso se otorgó el derecho a nacionalidad española a los miembros de las Brigadas Internacionales... y eso solo hasta 1996.
Todo esto, lo que viene a significar es que desde la recuperación de la democracia, ha habido una normativa que sin pausa ha ido intentando compensar a quienes perdieron la Guerra Civil, pero que hasta Zapatero, eso se había hecho sin estridencias, procurando no levantar ampollas a nadie, porque se trataba de aplicar un sentido de justicia histórica y de realmente restañar las heridas aún supurantes.
El caso es que “algo” ha debido ver el PSOE de beneficio electoral en esto como para que se haya convertido en una constante, y no haya gobierno socialista, estatal o autonómico, que no saque su propia ley, que no publique algún reglamento, que no promueva alguna condena del franquismo.
Nada de esto, a día de hoy, proporciona un solo voto al PSOE directamente, pero sí de modo indirecto, pues crea un debate en el seno del centro-derecha, la derecha y la extrema derecha, entre liberales y conservadores, entre franquistas y falangistas (que de todo sigue habiendo), entre los revisionistas de la historia y quienes aseguran que historia solo hay una, la suya.
Es decir, el PSOE debilita a quienes quedan a su derecha porque genera tensiones y divisiones, y eso, que es el pasado, trayéndolo al presente, remueve las aguas y acaba beneficiándoles.
La pregunta es qué motivos son los que ponen al PP de perfil en estos temas, por qué no asume de una vez lo que fue el franquismo, lo que fue la Guerra Civil, y sí, lo que fue la II República.
Es muy curiosa la postura de la derecha con la II República, porque ha caído en la trampa de la izquierda, que atribuye para sí ese periodo de la historia, cuando no hay nada más alejado de la realidad.
Habría que recordarle a quienes deslegitiman esa etapa, que fue precisamente la derecha quien otorgó carta de naturaleza a la II República presidiéndola, desde Niceto Alcalá Zamora, a luego el bienio de la CDA, o incluso hechos como la presencia prácticamente constante en sucesivos gobiernos del Partido Republicano Liberal Demócrata, o Derecha Republicana Liberal, o el Partido Agrario Español… lo que vienen a demostrar es que si la derecha actual descalifica cómo se instauró aquel sistema, o si considera que ésta fue un periodo negro y condenable de nuestra historia, lo único que está haciendo es hacerle el juego a la izquierda, que ha hecho de los dos últimos años de la misma, los dominados por el Frente Popular, el único y exclusivo referente de la II República… como si la derecha hubiese sido algo ajeno, y como si todo el progreso social y político que se produjo, fuera exclusivamente atribuible a los socialistas y comunistas.
Ser republicano es únicamente rechazar que la Jefatura del Estado sea una institución hereditaria, nada más. Más allá de eso, que debería ser el fundamento de cualquier democracia liberal, en la que no cabe más privilegio que el logrado con el esfuerzo personal, no hay otros valores republicanos. Con Franco, España fue republicana, con Felipe VI, España es una monarquía, sí, pero democrática
Cualquier izquierdista español rechaza el sistema político de los Estados Unidos o Alemania, siendo repúblicas, y admira Cuba, donde la presidencia se heredó de un hermano a otro, como en las monarquías, y Corea del Norte, donde ya son varias las generaciones que heredan el país, y dicen ser repúblicas.
El Partido Popular haría bien en anotar estas cuestiones, no deslegitimando la II República en su origen, y tampoco descalificándola globalmente. Y desde luego, no siendo tibios con el franquismo, porque será la única manera de que el PSOE y sus mariachis sigan con la matraca.