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CyL: Sánchez llora con un ojo

Por Rafael M. Martos
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lunes 14 de febrero de 2022, 09:16h

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No cabe la menor duda de que un partido político siempre quiere ganar, y normalmente, a costa de lo que sea, que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas, algo que en buena lógica puede aplicarse a lo sucedido en las elecciones autonómicas de Castilla-León.

De esta forma, el PP puede lucir que vuelve a ser la primera fuerza política en la Comunidad y que en principio podrá seguir gobernando, y a pesar de lo pírrico de su resultado, es incuestionable que ha mejorado, por lo que si Fernández Mañueco se pone una medalla, no cabe duda de que en la calle Génova, Pablo Casado irá presto a ponerse otra.

Algo bien distinto sucede en el PSOE, porque la derrota no tiene paliativos, aunque en algunas tertulias de los grandes medios, los periodistas de izquierdas se afanaran a lamerse las heridas detallando que fue “excepcional” la mayoría socialista de la legislatura anterior porque el PP lleva 35 años gobernando la Comunidad, y que el PP no solo no había logrado una mayoría potente, sino que además tendría que pactar con Vox.

Y ahí está la clave de todo esto.

En Moncloa, Pedro Sánchez debe estar aún llorando por un ojo, porque el resultado le abre a una mayoría tal vez absoluta en las próximas elecciones generales que, según lo que pase en Andalucía este año, podrían adelantarse para rentabilizar su resultado.

El voto de los militantes no hace ganar unas elecciones, por tanto hemos de fijarnos en el voto de los simpatizantes, y en el caso del PSOE, lo que mayoritariamente ha venido causando rechazo han sido sus alianzas con Unidas Podemos, ERC, o Bildu principalmente.

La social-democracia de la que gusta vestirse el PSOE, unas veces más progresista y otras más moderada, se ha visto ocultada por el radicalismo que han impuesto sus socios, y que a quien resta votos no es a éstos, sino a los socialistas, como hemos ido viendo.

Pues eso mismo amenaza con pasarle al PP, y la solución, desde luego, no es fácil.

Sánchez, lamiéndose las heridas de la derrota castellano-leonesa, afila las garras porque Vox le va a hacer la campaña de las próximas elecciones generales. El miedo a la derecha concentrará en el PSOE el voto moderado proveniente de Ciudadanos –otra parte puede que vaya a la abstención, pero no al PP- y también recibirá el voto útil de la izquierda, con la idea de evitar que la fragmentación suponga que una coalición PP-Vox gobierne España. De todo esto ya hemos tenido cuenta en las redes sociales justo al día siguiente de las elecciones: partidos y partidillos de izquierda, así como “referentes” personales de ese ámbito están advirtiendo de la necesidad de concentrar el voto para evitar que en Andalucía y en España ocurra como en Castilla.

El miedo a la ultraderecha es tan rentable como el miedo a la extrema izquierda y al independentismo. Si Vox dio el gran salto gracias al miedo que inspiró el “procés”, el PSOE revalidaría su mayoría gracias al miedo que genera la agenda ideológica anexada probablemente en Castilla-León, y quién sabe si en Andalucía.

Pedro Sánchez, cuya personalidad ya conocemos todos, es utilitarista, así que del desastre cosechado en las autonómicas mesetarias por dos veces, él se queda con la rentabilidad que le va a proporcionar que los españoles vean la ejecución de la agenda ideológica de la ultraderecha.

Ojo, que también Ciudadanos y Podemos parecía que se iban a comer el mundo, y el mundo se los ha merendado. Es la grandeza de la democracia… con permiso de Tezanos el “augur”.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"