Estamos asistiendo a un proceso de beatificación de los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, ambos a un paso de entrar en prisión por los delitos cometidos en el ejercicio de su cargo. El PSOE y el resto de la izquierda, sobre todo la mediática, quiere elevarles a los altares porque, oiga, habrán delinquido, pero no se han enriquecido personalmente como Luis Bárcenas.
Las informaciones periodísticas, y luego las fiscales, y finalmente las judiciales, han dejado claro que bajo la presidencia de Chaves, y con Griñán al frente de la consejería correspondiente, fue creado un sistema cuyo objetivo oficial era agilizar las ayudas a las empresas en crisis, pero que en realidad permitía burlar los controles administrativos correspondientes, pudiendo ser otorgadas de modo caprichoso por los políticos, y por tanto, primando los intereses políticos.
Ese sistema tuvo que idearlo alguien ¿no? ¿o se ideó e instauró solo? ¿y por qué no se hizo caso cuando saltaron las alertas de la intervención? Es imposible alegar ignorancia de algo así cuando llevaba tantos años produciéndose.
Dice compungida por las televisiones y las radios Susana Díaz -la misma de la que la juez Alaya reconoció presiones, y a la que se negó a darle documentación hasta que mandó a la Guardia Civil-, que ese dinero no fue malversado porque no se lo quedaron los expresidentes, que llegó a empresas (aseguradoras y mediadores) y trabajadores (y sindicalistas, hasta el punto que alguno podía hasta asar una vaca con tanto billete de curso legal), y la pregunta es qué tiene que ver lo uno con lo otro. Verán, una vez asistí a un juicio en el TSJA en el que se acusaba de ese delito al entonces alcalde de la localidad granadina de Turón y varios de sus ediles, porque habían destinado una subvención finalista a algo distinto… no habían robado ni un céntimo, no se habían quedado con nada, y justificaban que aquellos fondos les sirvieron para dar respuesta urgente a un problema que hubo en el pueblo. Condenados por malversación.
El hecho es que este modo de otorgar ayudas, en las que primaba la amistad, el compadreo y el carnet, es lo que ha permitido al PSOE seguir en el poder legislatura tras legislatura, comprando voluntades de sindicalistas, de empresarios, de alcaldes… la famosa paz social. ¿Eso no es ir dopado a unas elecciones? ¿tal vez sin ese sistema Chaves y Griñán habrían perdido antes las elecciones? ¿el desmantelamiento de esta trama tendrá algo que ver con la caída electoral del PSOE en sus feudos tradicionales?
No, no hace falta que Chaves y Griñán se hayan metido un céntimo en el bolsillo, porque sus nóminas -y las de quienes en tromba salen a defenderles- puede que hayan dependido de ésto.
¿Recuerdan la cacería contra Francisco Camps por “cohecho impropio”? Quien fuera presidente de la Comunidad Valenciana y ministro de José María Aznar, debía dimitir según esta misma izquierda, porque le habían regalado unos trajes. Daba igual que fueran a cambio de nada (si hubiese sido a cambio de algo, sería cohecho a secas), o incluso que él desconociera quién se los regalaba. Absuelto, y los que ahora defienden la honorabilidad de dos condenados, no han pedido disculpas.
Pero el colmo es tener que escuchar a la izquierda cuestionar el fallo, porque parece ser que de los cinco magistrados de la sala, tres son conservadores y dos progresistas, y el voto se ha repartido precisamente así, tres de condena y dos de no culpabilidad. Ahora bien, entenderemos por tanto que si el asunto llega al Constitucional, donde hay una mayoría progresista, si ambos son exculpados, lo serán no por su inocencia, sino porque esos magistrados habrán decidido por cuestiones ideológicas, tal cual ahora acusan a quienes les han condenado.
Lo mejor de todo es que ambos serán indultados con toda probabilidad, porque no malversaron para ellos sino para el partido, y eso sí que merece recompensa y aplauso... como José Barrionuevo, o Rafael Vera, que secuestraron a una persona, pero como no fue para cobrar un rescate les llevaron en procesión hasta la cárcel.