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Chúpame la minga, Dominga…

Por Antonio Felipe Rubio
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afelipeafelipecom/7/7/15
miércoles 12 de octubre de 2022, 09:56h

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Coincidiendo con el tiempo de la berrea, los alumnos del Colegio Mayor Elías Ahuja emularon la indeclinable tendencia de los ciervos con el estrépito de su vocerío al que, por cierto, respondieron las alumnas del colegio vecino en justa reciprocidad a esa llamada animal, que se reproduce sistemáticamente cada año por estas fechas.

Evidentemente, no se puede estar de acuerdo con esa “poesía” urbana de estos ritos iniciáticos estudiantiles. Estas cosas son conocidas en todos los ámbitos donde se producen relevos e incorporaciones de nuevos reemplazos. Ya sea en la mili, en los colegios o en el trabajo los novatos y becarios son saludados con las consabidas inocentadas; pero estas novatadas no se reducen a la colocación de un muñequito de papel; la creatividad y, a veces, la crueldad supera algunas indeseables fronteras. No en vano, algunos ritos iniciáticos tribales alcanzan niveles coincidentes con el más insoportable martirio.

La sociedad actual se está sensibilizando con diversos códigos instruidos desde los gobiernos y los medios de comunicación. La elevación a categoría de ciertos comportamientos inocuos nos conduce a la condena generalizada y al denuesto, convirtiendo a los protagonistas de ciertos ritos en auténticos criminales en ciernes, con el correspondiente apelativo de odio que se utiliza como venablo acusador hacia la derecha más rancia y casposa.

La izquierda, cuya ideología criminal ya hizo lo que pudo en la II República y en la Guerra Civil española, parece que se excedió un pelín en sus particulares “inocentadas” repartidas por iglesias, parroquias, curas, monjas y feligreses. Y estas prácticas no se reducían a proferir vocerío soez, el estrépito era más expeditivo: un disparo en la sien.

Ahora, los cachorros y cachorras del guerracivilismo mantienen su tendencia asaltacapillas. Recuerden aquel episodio de Rita Maestre y otras cachorras podemitas en topless entrando en la capilla de Somosaguas con su antología poética tal que: ¡Vamos a quemar la conferencia episcopal! ¡El papa no nos deja comernos las almejas! ¡Menos rosarios y más bolas chinas! ¡Contra el Vaticano, poder clitoriano! ¡Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios! Y el inolvidable ¡Arderéis como en el 36! Además, entre las declamadoras cachorras podemos contar con la dirigente podemita Isa Serra, condenada por agredir a una agente de la Policía al grito de ¡puta zorra! Y esto no termina aquí. Es inagotable la legión de soeces agresores contra la Policía, Guardia Civil y partidos de la derecha a los que se les induce a ser escaneados por la Fiscalía General del Estado ante presuntos delitos de odio.

No es que se nos induzca a la hipersensibilidad ante cualquier atisbo de malsonancia. El gobierno intenta que nuestra piel sea muy fina, según la orientación del mensaje o el exabrupto. Ya no tenemos bastante con la nueva secta del cambio climático. Ahora nos lavan el cerebro con el lenguaje políticamente correcto, el mensaje de odio, la memoria reaccionaria y el machismo irredento. Nos quieren atemorizar y controlar. No les basta con hacernos más pobres, infelices y confrontados. También quieren hacernos sentir culpables de nuestra criminal espontaneidad en la comunicación, en las tradiciones, en la educación de nuestros hijos y hasta en el arrepentimiento de lo que llevamos en nuestra bragueta y bajo las bragas. Pues sabéis lo que os digo: “Chúpame la minga, Dominga, que vengo de Francia. Chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia”.

Antonio Felipe Rubio

Periodista
Dirige La Tertulia en Interalmería TV