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Tú trabajas gratis
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Tú trabajas gratis

Por Rafael M. Martos
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martes 22 de agosto de 2023, 06:00h

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¿Te has dado cuenta de que cada vez que viajas, compras o repostas estás haciendo el trabajo de alguien más? Sí, así es. Tú trabajas gratis para las empresas que te cobran por sus servicios, y aunque normalmente te ofrecen la posibilidad de que en algunos casos te sigan atendiendo personas, llega a ser inviable porque ya se encargan de que las esperas tengan que ser tan largas que huyas de esa posibilidad. Y lo peor es que lo aceptamos como algo normal, sin cuestionarnos si estamos recibiendo un trato justo o si estamos poniendo en riesgo nuestra seguridad o nuestra privacidad.

Veamos algunos ejemplos. En un reciente viaje en avión me encontré con que no hay nadie en el mostrador de facturación de equipaje. Tienes que hacerlo tú mismo, usando una máquina que te pide tu código de reserva, tu pasaporte y tu tarjeta de crédito. Luego, tienes que colocar tu maleta en una cinta transportadora, esperar a que te imprima la etiqueta y pegarla tú mismo. Y si tienes alguna duda o problema, no hay nadie a quien recurrir. Solo puedes esperar a que aparezca algún empleado eventualmente, o resignarte a perder tu vuelo.

Pero eso no es todo. En otro país, recuerdo que cuando llegas al control de pasaportes, tampoco hay nadie que te revise el documento y te dé la bienvenida al país (es un decir, porque en Estados Unidos directamente te pregunta si piensas matar al presidente, lo que uno no sabe si tomarse como broma, hasta que ve la cara del agente). Tienes que pasar por una máquina que escanea tu cara y tu pasaporte, y que decide si eres apto para entrar o no. Y si no lo eres, tampoco hay nadie que te explique por qué o que te ayude a resolver el problema. Solo puedes esperar a que te lleven a una sala de interrogatorios, o a que te devuelvan a tu país de origen.

Y qué decir de cuando vas al supermercado. Ya no hay cajeros ni cajeras que te cobren tus productos y te los embolsen. Tienes que hacerlo tú mismo, usando una máquina que te pide que pases cada artículo por el escáner, que lo coloques en una bolsa y que pagues con tu tarjeta o con efectivo. Y si cometes algún error, como olvidarte de pasar algún producto o ponerlo en la bolsa equivocada, la máquina se bloquea y empieza a sonar una alarma. Entonces, tienes que esperar a que venga algún empleado a desbloquearla y a comprobar que no estás intentando robar nada.

Y por último, cuando vas a la gasolinera. Ya no hay nadie que te eche el combustible en el vehículo ni que te cobre por ello. Tienes que hacerlo tú mismo, usando una máquina que te pide que selecciones el tipo de combustible, que introduzcas el importe o los litros que quieres echar y que pagues con tu tarjeta o con efectivo. Y si tienes algún problema, como que la manguera no funcione o que se derrame el combustible, tampoco hay nadie que te ayude. Solo puedes esperar a que venga algún empleado eventualmente, o irte sin repostar. Resulta que para trabajar en una gasolinera se tiene que tener un certificado para la manipulación de hidrocarburos, pero si eres el cliente y haces lo mismo que el personal, no necesitas nada, y si antes nos decían que no podíamos usar el móvil en éstas, ya da igual, mientras te lo hagas tu mismo, nadie mira si a la vez atiendes el teléfono.

¿Y sabes qué? Que todo esto lo hacemos gratis. Sí, gratis. Porque las empresas no nos descuentan nada del precio por hacer su trabajo. Al contrario, nos cobran lo mismo o más que antes. Y encima, nos hacen creer que es por nuestro bien, que así ganamos tiempo y comodidad. Pero la realidad es otra. La realidad es que las empresas se ahorran dinero en sueldos y en impuestos, y nos hacen responsables de cualquier error o incidencia.

Y no solo trabajamos gratis para las empresas. También trabajamos gratis para Hacienda. Porque somos nosotros los que tenemos que hacer la declaración de impuestos cada año, usando un programa informático que nos pide nuestros datos personales y financieros, cuando ellos acceden directamente cuando quieren y podrían hacerlo con precisión. Si nos equivocamos al introducirlos o al interpretarlos, es culpa nuestra. Aunque no sepamos nada del tema, o aunque confiemos en un asesor profesional. Y en última instancia, es Hacienda la que decide qué es lo correcto ante una cuestión opinable.

Y por si fuera poco, también trabajamos gratis en verano, en vacaciones. Porque somos nosotros los que tenemos que buscar y reservar los vuelos, los hoteles, los coches de alquiler y las actividades turísticas. Usando páginas web o aplicaciones móviles que nos ofrecen miles de opciones y opiniones. Y si nos equivocamos al elegir o al confirmar, es culpa nuestra. Aunque no conozcamos el destino, o aunque confiemos en una agencia de viajes.

Así que ya sabes. La próxima vez que viajes, compres o repostes, piensa que estás trabajando gratis. Y que nadie te lo agradece ni te lo recompensa. Al contrario, te lo cobran y te lo exigen. Y si no te gusta, te aguantas. O te quedas en casa.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y la novela "Todo por la patria"