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Y llegaron a Almería
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(Foto: malsombra)

Y llegaron a Almería

Por Antonio Felipe Rubio
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afelipeafelipecom/7/7/15
martes 22 de agosto de 2023, 16:51h

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Tras el fracaso de la primera intentona de los Coloraos para tomar Málaga, otro grupo urdió una segunda campaña con destino Almería. En esta ocasión el grueso de los insurgentes era de 49 personas a bordo del bergantín británico Federico, capitaneado por el coronel Pablo Iglesias. La mayoría de los Coloraos eran mercenarios; soldados de fortuna que no tenían ninguna inquietud o afán político, ni ideología liberal o vinculación masónica. Los que sí tenían interés especial eran los miembros masones de la Sociedad de los Caballeros Comuneros, varios integrantes eran los propios financieros de la expedición, que aportaban embarcación, provisiones, armamento, munición y la recompensa de una soldada inicial, y mucho más a resultas del éxito de la campaña armada y el posterior saqueo que suele secundar este tipo de intervenciones con fuerzas armadas.

Los más notables tripulantes eran dos irlandeses y un francés (Reiss, Gusty y Montarlot) y un español, el editor de la revista satírica El Zurriago, Benigno Morales. Por cierto, este periodista que actuaba como “enviado especial” -en realidad huía del felón- tenía la firme convicción de que Almería era poco más que un desierto, aplicada esta acepción no sólo a la aridez de sus tierras, sino a la incultura y poca valía de sus gentes. Por tanto, según el criterio de estos “liberales”, la toma de Almería iba a ser un paseo militar.

Al fracasar la primera intentona capitaneada por Francisco Valdés “El Borrascas” posibilitó que se investigasen otras expediciones similares. Así, los servicios de “inteligencia” del rey felón alertaron de un bergantín británico pertrechado en Gibraltar con el propósito de repetir la hazaña, pero esta vez el objetivo era Almería. De tal suerte, los fieles a la corona les estaban esperando en las inmediaciones del delta del Andarax (boca del río). Cuando llegó el Federico, sus 49 efectivos recibieron un duro golpe. Un buen número logró huir por el río hasta Sierra Alhamilla, pero veintidós fueron detenidos, conducidos ante la autoridad y finalmente fusilados en el paraje que conocemos como La Gloria (antiguo badén de la Rambla Belén). Y allí mismo se erigió el primer monumento por encargo de una incipiente y muy cerrada burguesía almeriense. Benefactores como Joaquín Vilches Baeza y Francisco Jover influyeron para convertir esta fracasada acción militar en símbolo de un martirio; argumento esgrimido por su acendrada, y más que justificada, aversión hacia Fernando VII.

Por tanto, el primer monumento fue el cenotafio en Rambla Belén; posteriormente, Puerta de Purchena; luego, traslado a Plaza Vieja; más tarde, destrucción por el alcalde Navarro Gay. Y, de nuevo, reconstrucción e instalación en Plaza Vieja. En estos traslados y modificaciones intervinieron los artesanos y arquitectos Juan Prats, López Rull, Trinidad Cuartara, Eduardo Blanes y otros artistas que aportaron adornos y remates.

La historia de Los Coloraos ha sido trufada de leyendas diversas, hasta el punto de que algunos, en su inconmensurable ignorancia, posteriormente asignaron a estos casacas rojas el valor de la ideología de izquierdas; así, con la paupérrima correlación rojo/izquierda, lo que tendría que haber sido un símbolo de unión entre los que defendemos la democracia frente a la dictadura absolutista, se convirtió en el hurto emocional de un símbolo por una facción ideológica que lo viene utilizando no como convicción liberal y progresista, sino como argumento arrojadizo contra la derecha. Y han dicho de todo: “la derecha repudia el Pingurucho por su alergia a la democracia”, “Franco ya ordenó su destrucción como lo pretenden ahora desde la derecha” y una sarta de argumentos que, lejos de la verdad y el rigor histórico y la infame Memoria Histórica pervertida, jamás logran el sosiego y la reconciliación.

No. Para la izquierda el guerracivilismo y la víscera preponderan sobre el sosiego de pasar página y abrir un nuevo episodio de progreso y concordia.
De momento, gracias a estos sectarios, que no cuenten conmigo y otros muchos que denostamos la perversión de la historia y el sectario protocolo en la conmemoración de Los Coloraos y el Pendón. Afortunadamente, siempre nos quedará la fiesta que más concierne y aglutina a todos los almerienses, la Noche de San Juan: playa, hogueras, barbacoa… y a comer, a beber y a olvidar qué somos, de dónde venimos, cuáles son nuestros valores y hacia dónde nos conducen estos menguados.

Antonio Felipe Rubio

Periodista
Dirige La Tertulia en Interalmería TV