La música nos acompaña a lo largo de la vida y también nos ayuda a recordar a los seres queridos. En la alegría y en el duelo, siempre está presente. La Orquesta Ciudad de Almería (OCAL) le ha dado una vuelta de tuerca a la programación y esta mañana ha deleitado al público con composiciones creadas expresamente por un motivo fúnebre. El título, ‘Hay música después de la muerte’ reflejaba claramente las intenciones de los músicos, dirigidos por la habitual maestría de Michael Thomas.
El concierto se ha enmarcado dentro de la programación de otoño puesta en marcha desde el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería, y ha tenido un fin solidario, pues de tres euros de cada entrada irán destinados a ayudar al pueblo marroquí, a través de Cruz Roja Española, afectados por el terremoto del pasado mes de septiembre.
A lo largo de más de una hora de concierto, la OCAL ha deleitado con composiciones sobrias, no exentas de intensidad, que han emocionado al público que ha llenado el Teatro Apolo. Desde la ‘Partita número dos para violín solo’ de Bach, compuesta tras la muerte de María Bárbara Bach, primera esposa del compositor, a la ‘Tombeau de Couperin’, en la que Ravel dedicó cada una de las piezas que la compone a un amigo fallecido en la Primera Guerra Mundial, se han sucedido las composiciones con el hilo conductor de la defunción. Pero no se ha realizado desde una motivación lúgubre, sino como una demostración de la belleza de la música clásica, en cualquiera de los estados de ánimo.
El concierto contó con Miguel Herrador como narrador, que iba explicando la atmósfera de cada una de las composiciones. Comenzó con ‘Sarabanda’ de la II Partita de J.S. Bach en re menor, Michael Thomas como solista al violín. Un placer poder escucharle, de vez en cuando en su faceta de violinista. En esta ocasión una composición que Bach dedicó a su primera mujer.
Continuó con ‘Crisantemi SC 6’5 de G. Puccini (Versión orquesta de cuerda), compuesta con motivo de la ceremonia luctuosa para el príncipe Amadeo de Savoia, en concreto tras la muerte del segundo hijo del rey. Es una partitura de carácter íntimo y emotivo, perfectamente ejecutada por la Orquesta Ciudad de de Almería.
La tercera composición ha sido ‘Sinfonía de Cámara Op110a’, de Shostakovich, dedicada a su amigo y compositor Rudolf Barshai. escrita por este genio durante una visita a la ciudad alemana de Dresde, devastada por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. La ciudad había sido devastada por los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial. La obra refleja la profunda impresión que causó en Shostakovich tanta destrucción. La OCAL supo aportarle intensidad de esta obra poderosa y conmovedora a la vez.
Concluyó con dos obras de Maurice Ravel. Primero, ‘Pavana para una infanta difunta’, con un movimiento lento y melancólico, y finalizó con ‘Le tombeau de Couperin’, dedicada a seis amigos del compositor que murieron en la Primera Guerra Mundial.
Ante la tristeza provocada por el fallecimiento o la destrucción, la mejor medicina es la música, como esta mañana ha demostrado la Orquesta Ciudad de Almería. Y es que está claro que ‘Hay música después de la muerte’.