Pedro Sánchez y el PSOE han llegado a un punto tras ceder tanto, que o aceptan el último envite de Junts en el tema de la amnistía, o no les habrá valido de nada todas las demás cesiones porque han quedado retratados negativamente para unas nuevas elecciones si no hay investidura. Por eso digo que ya no pueden dar marcha atrás. Han entrado en un callejón sin salida del que solo pueden salir con más concesiones a los independentistas, lo que supone un grave riesgo para la estabilidad de España y la confianza de los ciudadanos.
Junts exige que la amnistía no solo sea para los implicados en el procés sino también para sus colegas, para su panda, aunque lo que hicieron no fuese por la "causa" y fuese solo para llenarse los bolsillos, como el caso de Laura Borrás o la familia Pujol, por ejemplo. ERC no acepta eso porque no tiene corruptos entre sus filas, y aunque estoy convencido de que el PSOE también tragaría, se pone en peligro el acuerdo con ERC que solo quiere a "héroes", así que ahí hay un escollo. Pero ese escollo no es suficiente para que Sánchez se replantee su estrategia y busque otras alternativas que no pasen por el chantaje de los independentistas. Al contrario, Sánchez está dispuesto a seguir cediendo todo lo que haga falta para conseguir la investidura, aunque eso signifique traicionar a sus votantes, a sus socios y a España.
Hasta hace un par de semanas, Sánchez tenía una vía de escape, y era no ceder en ciertos elementos como la amnistía o el referendum, y presentarse en unas nuevas elecciones diciendo que se convocan porque no aceptaba el chantaje de los independentistas. Eso le habría hecho mejorar electoralmente, y tras los comicios, negociar con ellos, pero hacerlo desde una posición mejorada. Pero ya no es posible.
Ya ha dejado claro que hay indultos, que hay cambios de código penal -rebelión, malversación...-, que hay amnistía, que hay perdón de la deuda, que hay cesión de competencias, que se sienta a negociar con Puigdemont, que maniobra para librarle de los tribunales... Con ese historial es imposible que saliera bien parado. Los españoles no le perdonarían que hubiera jugado con su futuro y con su dignidad. Los independentistas se sentirían engañados por la negociación. Los progresistas no le perdonarían que no hubiera formado un gobierno de izquierdas.
Por eso, Sánchez solo tiene la opción de seguir aceptando todo hasta la investidura, y luego ya veremos, porque cuando lo has dado todo, nada puedes dar, y si nada puedes dar, de nada sirves. Pero esa opción es una trampa, porque los independentistas no se conformarán con lo que han conseguido hasta ahora, sino que seguirán exigiendo más y más, hasta que logren su objetivo, que aunque para algunos sí pueda ser la independencia, igual les da vértigo como le pasó al propio Puigdemont.
Y Sánchez no tendrá más remedio que seguir cediendo, porque no tendrá fuerza ni legitimidad para oponerse a nada. Será un presidente débil y dependiente, que no podrá hacer frente a los retos que tiene el país, ni en el ámbito económico, ni en el social, ni en el sanitario, ni en el medioambiental, ni en el internacional, y tampoco en el territorial.
Sánchez ha elegido el camino de la investidura sin marcha atrás. Pero otras veces le ha salido bien.