En la política, a veces la realidad local se entrelaza de manera sorprendente con la “gran política”, generando paralelismos que invitan a la reflexión. Tal es el caso de Chercos, un pequeño municipio almeriense, donde la reciente moción de censura ha llevado a José Antonio Torres, de 98 años, de nuevo al sillón de alcalde.
Torres, alcalde histórico del municipio, tras perder en las elecciones municipales de mayo frente al PSOE, ha regresado al poder gracias a una inesperada alianza entre el PP, Vox y un concejal independiente. Sin embargo, el camino hacia la alcaldía no ha sido tranquilo. Un escrache constante y despiadado ha acompañado antes, durante, y después del pleno, llevando al alcalde incluso a ser hospitalizado debido a lo que parece ser una crisis nerviosa.
El PSOE, principal impulsor de este acoso, lo considera ilegítimo en el cargo, denunciando la maniobra como una afrenta a la voluntad popular expresada en las urnas. Sin embargo, en un giro irónico, el mismo partido sostiene que es legítimo que Pedro Sánchez, con menos diputados que el PP, sea presidente del Gobierno, gracias al apoyo de diversas minorías, sencillamente porque suma más votos.
Este doble rasero político no termina aquí. Mientras el PSOE denuncia concentraciones y protestas frente a sus sedes como una respuesta injusta a sus pactos de investidura, parecen olvidar que la misma estrategia de negociación y alianzas que critican a nivel local es aplicada a nivel estatal.
La situación en Chercos nos invita a reflexionar sobre la coherencia en el ejercicio del poder. ¿Cómo es posible condenar una moción de censura local y, al mismo tiempo, defender un Gobierno central construido sobre pactos y alianzas que algunos consideran cuestionables?
La Moncloa, el epicentro del poder político, está lejos de la quietud de Chercos, pero las tensiones parecen las mismas. Sin embargo, los paralelismos entre ambas situaciones nos recuerdan que, en la política, la legitimidad y la coherencia son virtudes que deben mantenerse en todos los niveles. La distancia geográfica no impide que los ciudadanos observen y cuestionen estas contradicciones, recordando que la transparencia y la ética son esenciales, ya sea en un pequeño municipio almeriense o en el corazón del poder.