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Porque no todo vale
(Foto: malasombra)

Porque no todo vale

Por Rafael Leopoldo Aguilera
viernes 17 de noviembre de 2023, 12:34h

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Un centenar largo de asociaciones y movimientos cívicos han convocado a los ciudadanos para que el día 18 de noviembre, a las doce del mediodía, se reúnan en la plaza de Cibeles en Madrid. Mientras unos consumían su traición a la soberanía popular, al parlamentarismo, con un acto seudo revolucionario de naturaleza independentista revestido de dialéctica legalidad hueca en la Carrera de San Jerónimo. De lo que sí se habló en los ilustres discursos de la histórica jornada es la mención al escritor y poeta de la Generación del 98 Antonio Cipriano José María Machado Ruiz. Bien podrían haber expresado estas otras palabras del narrador español: «En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.»

O, también podrían haber hecho referencia al premio Nobel Juan Ramón Jiménez escribió aquello de «intelijencia -con jota, por supuesto-, dame el nombre exacto de las cosas». Y era inimaginable que se lo terminaríamos preguntando a la sumatoria de la inteligencia artificial de independientitas y comunistas, y veletas, que desean que hinquemos las rodillas ante la mentira revestida de verdad democrática, eclipsando que sigamos bebiendo de las fuentes de nuestra identidad y nuestra riqueza como nación.

Otros, renovaremos nuestra lealtad, porque para numerosos españoles el patriotismo es una virtud, un valor añadido al ser español, especialmente en estos momentos de elevadas tribulaciones gubernativas para seguir planteando alternativas a la dinámica y las contradicciones de una sociedad, como la española, cada vez más atomizada e invertebrada, cada vez más exenta de vínculos comunitarios y tradiciones; una sociedad, en definitiva, condenada a la amoralidad a través de la ideologización por imperativo legal y erosionando severamente las instituciones democráticas.

Pero no todo está perdido, pues como venía a decir Bismarck, no hay quien sea capaz de acabar con España, por mucho empeño que ella misma ponga en ello. Desde ese lejano 29 de diciembre de 1978, las instituciones del Estado han cambiado. Pero nuestros principios éticos, nuestros valores morales han permanecido y permanecerán constantes, incluso diría que de inquebrantable devoción al compromiso solemne mediante juramento de defender los principios constitucionales en el corazón de nuestra nación y durante el tiempo restante que Dios nos conceda. Porque no todo vale. Paz y Bien.