En el estrambótico mundo de la política española, donde los malabarismos son moneda corriente y las risas escasean más que el sentido común, la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Almería, Adriana Valverde, nos ofrece un espectáculo digno de un circo de tres pistas. En su particular función, la líder socialista califica el debate sobre una moción en contra de la amnistía pactada entre su partido y los independentistas catalanes como "montar un circo".
Pues bien, como es ella quien ha utilizado el término “circo” espero que no se ofenda si lo utilizamos para describir lo que estamos viendo en la otra pista.
En este circo sin animales, nos preguntamos quién será el trapecista, el payaso y quiénes serán los enanos.
En el centro del espectáculo, con la destreza de un hábil equilibrista, se encuentra Pedro Sánchez, caminando con soltura sobre un alambre tan fino como sus promesas electorales, manteniendo el paso entre pactos con ERC y sus enemigos de Junts, PNV y sus enemigos de Bildu, y Sumar, y ese quiste en que se le ha convertido Podemos, un grupo tan dispar como un elenco de circo con elefantes, leones y magos en una sola jaula. ¿Quién necesita un trapecio cuando puedes hacer acrobacias políticas?
Francina Armengol, como maestra de ceremonias y malabarista a un tiempo, aplaude desde la primera fila todas las piruetas de Sánchez. Su entusiasmo no tiene límites, y su papel en el espectáculo parece no requerir mayor explicación. ¿Quién dijo que los políticos no podían ser también animadores de circo?
Sin embargo, en este circo político, parece que los payasos escasean. Quizás es un espectáculo demasiado serio para la comedia. Después de todo, no hay mucho que cause risa en el enredo de pactos y contradicciones que se desarrolla en la arena política española.
Si me apuran, como los payasos suelen ser ingeniosos, capaces de meterse en una pequeña maleta o hacer salir 20 personajes de un pequeño coche, podría ser que el papel correspondiese a quien puede meter una ley de amnistía donde no cabe, y echarle un cubo de agua a los espectadores entre carjadas.
Finalmente, llegamos a los enanos del circo, esas minorías que, a pesar de su estatura política más baja que la media, son cruciales para que los gigantes aparenten ser aún más grandes. ERC, Junts, Bildu, PNV, CC, BNG, Sumar (con sus enanitos particulares) son los protagonistas de esta función, exhibiendo una altura política que desafía sus modestos resultados electorales. Aunque pequeños en número de votos, están decididos a crecer y seguir creciendo. Pero claro, si crecen, se acabó el circo que les da de comer, a ellos, al equilibrista, al maestro de ceremonia, e incluyo a los payasos.
En definitiva, el circo político de Adriana Valverde nos ofrece un espectáculo donde la realidad supera a la ficción ¿Quién necesita elefantes y leones cuando se puede tener un espectáculo como éste? No es gratis, ojo, pero entretiene.
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