Las recientes declaraciones de Manuel Valls, exministro de Interior francés, advirtiendo sobre el riesgo de desaparición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y comparándolo con la trayectoria del socialismo francés, plantean interrogantes cruciales sobre el futuro del partido en España. Valls, quien abandonó el Partido Socialista francés en 2017, argumenta que el PSOE bajo la dirección de Pedro Sánchez podría seguir el mismo camino hacia la irrelevancia y, en última instancia, desaparición.
El exministro critica el rumbo tomado por el PSOE bajo el liderazgo de Sánchez, calificándolo de oportunista en lugar de progresista, es decir, no se alía con aquellos que le son afines, sino con aquellos que numéricamente necesita. Según él, la pérdida de identidad ideológica y la búsqueda desesperada por permanecer en el poder a cualquier costo podrían estar debilitando la posición del PSOE. Para respaldar su argumento, Valls señala el ejemplo de Francia, donde el Partido Socialista se desplomó tras perder el poder y se volvió prácticamente irrelevante en las elecciones subsiguientes.
El análisis de Valls plantea la pregunta crucial: ¿está el PSOE siguiendo el mismo sendero que llevó a la decadencia del socialismo francés? La historia reciente de los partidos socialistas en Europa sugiere que la pérdida de conexión con sus bases y la adopción de políticas ambiguas pueden tener consecuencias devastadoras. La situación del PSOE se vuelve aún más delicada si se considera que partidos similares han experimentado desapariciones o caídas significativas en su apoyo electoral en diversos países europeos, y podríamos entrar en la historia del Partido Socialista Italiano, al que es imposible encontrar, o al alemán, necesitado de aliarse a derecha e izquierda para seguir vivos.
El vaticinio de Valls no debería tomarse a la ligera, y los líderes del PSOE que tanto presumen de los más de cien años de su partido, deben reflexionar sobre las lecciones aprendidas de otros casos, porque nada es eterno. La historia muestra que la fidelidad de los votantes no es para siempre y que los partidos socialistas deben adaptarse a las demandas cambiantes de la sociedad, no de sus propios intereses. La pérdida de identidad ideológica y la percepción de oportunismo político podrían alejar a los votantes tradicionales del PSOE, abriendo la puerta a fuerzas políticas emergentes, como pasó cuando surgió Podemos... o incluso a ninguna, como ha ocurrido ahora, donde ni tan siquiera Sumar a sido receptora de estos votos.
En este contexto, es crucial que el PSOE evalúe sus estrategias y recupere su conexión con las bases, reafirmando su identidad ideológica y proponiendo soluciones coherentes a los desafíos actuales. La experiencia del socialismo francés sirve como un recordatorio contundente de que ningún partido político es inmune a la posibilidad de desaparición si no se adapta a los tiempos y las demandas de la ciudadanía.
El PSOE se enfrenta a un momento crítico en su historia, y la advertencia de Manuel Valls debería servir como una llamada de atención para una profunda introspección y cambios estratégicos. La supervivencia a largo plazo de un partido político depende de que sepa adaptarse a los nuevos tiempos, pero no de un modo coyuntural.