En un arrebato de genialidad y aplicando mi visión de futuro más audaz, propongo una iniciativa que revolucionará la forma en que concebimos el trabajo: la jornada laboral de una hora. Sí, han leído bien, una sola hora al día, unas cinco a la semana, que tampoco hay que abusar, y qué mejor que dos días libres. ¿Quién necesita esas extenuantes ocho horas diarias cuando podemos lograr el mismo nivel de productividad en sesenta minutos diarios?
Reconozco que la inspiración para esta audaz propuesta proviene de la mente prodigiosa de Yolanda Díaz, la vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar. Ella nos ha señalado el camino hacia la iluminación laboral al proponer la reducción de la jornada para generar más empleo. Sin embargo, creo que se queda corta. ¿Por qué conformarnos con medias tintas cuando podemos dar el paso audaz hacia la utopía de la jornada diaria de una hora?
Imaginen un mundo donde los trabajadores solo necesiten encender sus ordenadores o presentarse en sus puestos de trabajo durante sesenta minutos al día. ¡Habrá empleo para todos! Especialmente para ese sector productivo que es el funcionariado, que ahora podrá realizar sus tareas en un abrir y cerrar de ojos. Pero, sobre todo, los autónomos estarán de enhorabuena. Adiós a esas interminables jornadas de 12 horas, porque ahora solo tendrán que trabajar 60 minutos al día. ¡Qué alivio!
La crítica hacia la falta de ambición de Yolanda Díaz es inevitable. ¿Por qué conformarse con la reducción de jornada que propone cuando podemos alcanzar el nirvana laboral con tan solo una hora al día? Quizás no lo veamos de inmediato, pero si ella asegura que reduciendo la jornada laboral se aumenta el empleo, no entiendo esa racanería de bajar solo un par de horas a la semana ¿pero ésto que es? ¡Venga, sumémonos esta brillante idea pero de verdad, en serio! ¿No queremos acabar con el desempleo? ¡Súmate a la jornada de una hora al día!
Ahora bien, algunos podrían argumentar que la productividad podría verse afectada. Pero, ¿quién necesita productividad cuando podemos tener una jornada de trabajo de una hora? Claro, podríamos considerar la posibilidad de aumentar la productividad primero, y luego reducir las horas de trabajo, pero eso sería un planteamiento propio de capitalistas desalmados que solo piensan en su propio beneficio. Optemos por el camino menos transitado, el de la jornada de una hora, y así, muy pronto, tendremos la jornada de cero horas. ¿Imaginas la jornada laboral de cero horas? ¿Una utopía? ¡No! Subiendo el salario mínimo a este ritmo, reduciendo progresivamente la jornada laboral, aumentado las ayudas y subvenciones a todos aquellos que se vayan quedando en desempleo y desincentivado el retorno al tajo... más pronto de lo que pensamos, la jornada laboral más común será la de cero horas.
En mi siguiente iniciativa revolucionaria, propondré la derogación de la Ley de la Gravedad. ¿Por qué deberíamos conformarnos con la inevitable caída de los aviones, las calles llenas de hojas en otoño o esos molestos tropiezos que nos llevan a darnos de bruces contra la acera? Desafiemos las leyes naturales y abracemos un mundo donde todo es posible. ¡Espero su apoyo para cambiar el curso de la historia laboral!