Pues sí, he de admitirlo. El 28F de 1980 hubo un “pucherazo” en el referendum para el proceso autonómico de Andalucía. Es absurdo negarlo.
Se llama “pucherazo” a un tipo de fraude electoral que se originó en España durante el periodo de la Restauración borbónica, cuando se usaban pucheros o recipientes de cocina para guardar las papeletas de votación, y al ser opacos, era posible meterles los votos “adecuados” antes de que la ciudadanía introdujese el suyo, garantizando así que el resultado final era el que tenía que ser.
Por eso digo que sí, que hubo un pucherazo en aquel referendum, porque las condiciones pactadas por el PSOE y la UCD eran lo más parecido a presentar las urnas dopadas en un sentido determinado.
Solo se puede calificar de “pucherazo” que cuando 111.000 almerienses dijeron sí, y 11.000 dijeron no, el resultado legal de aquella votación fuese no. ¿No es eso “pucherazo”?
Pero el “pucherazo” no quedaba ahí, porque el PSOE y la UCD acordaron que si en una de las ocho circunscripciones se perdía el referendum, todo el conjunto de Andalucía perdía. Y volvemos a lo mismo, porque solo se puede calificar de “pucherazo” que si en una votación que participan ocho personas, una de ellas vota no, y las otra siete dicen que sí, gane el no. Eso también huele a puchero que echa para atrás. Con chorizo y morcilla.
Podríamos hablar de los aliños del puchero, como que en Almería los medios de comunicación eran del Estado, cuyo gobierno pedía la abstención, que tenía prohibida la campaña a favor del voto (no podía llamar a la participación) y mucho más del voto afirmativo, que se impidió la revisión de los censos en una provincia carcomida por la emigración (hasta 300.000 almerienses residían oficialmente fuera)... pero también podríamos recordar que casi el 100% de los ayuntamientos de la provincia y la propia Diputación apoyaron -otro requisito legal- la celebración del referendum a pesar de que la mayoría eran de la UCD, y enfrentándose a su propio partido.
¿Pero qué se votó?
Se votaba si los andaluces optábamos por el artículo 151 para acceder a la autonomía. Nada más, y nada menos.
El resultado legal producido en Almería suponía que Andalucía entera se quedaba sin acceder a la autonomía como nacionalidad histórica. Ya está (que no es poco), porque entender cualquier otra cosa es tener un problema de comprensión lectora y algún déficit neuronal complejo, digno de tratamiento.
El referendum no planteaba si los almerienses querían seguir en Andalucía o no, por lo que no se puede afirmar que quienes se abstuvieron o votaron negativamente, tenían ese objetivo.
Sabemos que los del no, no querían una Andalucía autonómica como nacionalidad histórica, con acceso rápido al autogobierno y competencias plenas. ¿Pero qué querían los de la abstención? ¿eran centralistas y rechazaban cualquier autonomía? ¿quizá querían para Andalucía la vía del 143, pero por qué no votaron no? ¿tal vez no pudieron votar porque no aparecían en el censo, o vivían fuera, no se enteraron de la convocatoria, o no les dio la gana ir? Eso sí que no lo sabremos nunca.
En todo caso ¿cuál era la alternativa? ¿Dejar toda Andalucía anclada en el 143 como defendían el PSOE y la UCD, pese al resultado palmario del referendum? ¿Una Andalucía con siete provincias en primera y una en segunda que pasaría a primera cinco años después? ¿Una Almería en solitario como provincia dependiente de Madrid, como Ceuta y Melilla, porque entonces no había más opciones? ¿Repetir el referendum en los mismos términos a ver qué pasaba?
El referendum fue en ocho provincias, no en seis ni en nueve, porque Andalucía son ocho provincias desde hace un par de siglos, y durante miles de años también fue un territorio compacto en lo social, lo jurídico y lo cultural... pero no nos metamos en más historias de la historia.
Gracias al Partido Socialista Andaluz -sí, el PSA, no el PSOE- se desbloqueó aquella situación tras un pacto con la UCD, en el que lo único que hizo fue corregir una ley injusta y antidemocrática (no es democrático que gane quien pierde) para que ajustara al deseo de los almerienses en particular y los andaluces en general.
Es curioso que esta matraca tenga que seguir soltándola año tras año en estas fechas, porque sigo viendo que hay quienes ni saben de números, ni de democracia.
NOTA: Más información sobre este tema en mi libro "POR ANDALUCÍA LIBRE. La posverdad construida sobre el proceso autonómico andaluz"