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Políticos tabernarios
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Políticos tabernarios

Por Antonio Felipe Rubio
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afelipeafelipecom/7/7/15
miércoles 20 de marzo de 2024, 10:35h

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No nos vamos a sorprender, a estas alturas, de las relaciones entre los políticos y los periodistas. El que más y el que menos hemos conocido episodios de injerencias, controles, manipulación, sobornos, chantajes… Yo, personalmente, he visto de todo. He sentido lástima al ver el grado de indignidad y servilismo al que se sometía desde el más insignificante plumilla hasta algún directivo, que paseaba su vasallaje con la misma dignidad que exhibía su connivente silencio y afinidad con sus señoritos.

El precio de una holgada cuenta de explotación se solía pagar silenciando un escándalo o enalteciendo lo que parecía una brillante actuación que, en casi todos los casos, quedaba olvidada y jamás era afeada o reivindicada. En cualquier caso, la mesura, el recato y el afecto debido se mantenían al límite del alipori. No se conocieron escabrosos exabruptos. En todo caso, el ingenio, expresado con arte plástico o literario arrojaron momentos de gloria como aquel extraordinario óleo de Berbel Cao, en el que representaba al alcalde, Fernando Martínez, en comprometida posición claramente defecante. Otro momento extraordinario correspondió a la exaltación de la amistad, la oda y la égloga dirigida al que fue gobernador civil, presidente de Diputación y secretario provincial del PSOE, Tomás Azorín. Exactamente no recuerdo qué cosa fue a recoger o ser nombrado el malagueño dirigente socialista, pero el émulo de Fernando Galindo (un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo), se deshizo en elogios hacia el amigo que no pudo acompañar en tan emotivo evento. El tal rebañapailas, que era director de un hotel en San José, tuvo los santos dídimos de publicar este exordio de alabanzas en la prensa local. Una indeleble joya para la hemeroteca.

Ahora, por desgracia, se ha perdido la finura del discurso de vasallaje versallesco. Los nuevos actores del toma y daca discursivo han descendido al albañal de las redes sociales. Personajes dignísimos representantes de cualquier periodo cenozoico muestran sus lindezas éticas y estéticas. Desde Óscar Puente a Miguel Ángel Rodríguez las salvajadas dialécticas redoblan en insultos, amenazas y el típico matonismo que, muy a pesar de la presunción de capacidades intelectuales, abunda a diestra y siniestra. Ya no hay distingos sobre aquello que se suponía impregnación cultural, progresismo, democracia, tolerancia, etc. etc.; ya lo que no hay es educación. Y una cosa es la formación académica y otra, muy distinta, el provecho que se obtuvo para mostrar un mínimo sentido común, respeto y educación. Un mulo romo, ejerciendo el giro de la rueda de molino durante un año, llega a obtener la calificación de experto. Otros, con años de carrera y lustros en el escaño, cada día muestran sus vergüenzas para desarraigo de los ciudadanos, y vergüenza y demérito de la clase política. Hasta en las excrecencias de los arrabales políticos locales hay elementos que acuñan distinciones tan poco ejemplares como la del “señor putillas”. ¡Joder, qué tropa!

Antonio Felipe Rubio

Periodista
Dirige La Tertulia en Interalmería TV