En estas fechas de Semana Santa, es imposible no hablar de la torrija, ese dulce tan popular que nos endulza los días, y también muy calórico, como correspondía a unas fechas en las que se imponía el ayuno. Pero, ¿qué pasa cuando esa torrija no es un dulce, sino una metáfora de la situación política actual?
Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, parece tener una “torrija” en su cabeza. No me refiero a la deliciosa rebanada de pan empapada en leche y huevo, aromatizada con naranja o limón y canela, sino a la confusión y desorientación que parece tener en sus últimas propuestas.
Priorizar el empleo para los LGTBi, cerrar bares y restaurantes más temprano, y ahora introducir el debate de la legalización de la marihuana… ¿Son estas las soluciones a los problemas que enfrenta nuestro país? Parece que Díaz busca su minuto de gloria, porque está desaparecida mediáticamente.
Cuando aparece, es porque su entronización como líder de Sumar contó con una participación ínfima, dejando en evidencia que ya no es lo que era, y que su decadencia es aún más rápida de lo que fue en Podemos. Sus socios dentro de Sumar la están dejando sola de cara a las elecciones europeas, cuando por si fuera poco, tendrá que enfrentarse directamente a Podemos, y hasta el PSOE se la está jugando, metiendo a su enemigo Pablo Iglesias en las tertulias de RTVE para darle un altavoz.
Parece que Díaz tiene una “torrija” que la tiene desorientada y confundida.