En el Partido Popular creen que debe ser Pedro Sánchez el que pague las macetas rotas por Ábalos, sus mariachis y últimamente por su esposa. En el Psoe te cuentan que con esa misma filosofía el presidente de la Diputación de Almería, Javier Aureliano García, tendría que haber dimitido cuando se acusó al señor Liria, vicepresidente tercero de la institución de la compra de mascarillas en la misma o parecida situación. En Madrid andan pidiendo a gritos desde el gobierno y la oposición en la comunidad la de Ayuso por su novio y sus cuentas con hacienda.
No estaría mal que los líderes estuvieran algo más pendientes de lo que hacen sus acólitos en las distintas áreas encomendadas, y que alguna responsabilidad recayera en ellos, no pueden irse de rositas como si nada hubiera pasado. Pero no es así, no lo ha sido así a lo largo de los últimos años, y me temo que no se consiga en los próximos. Ahora son las mascarillas, pero antes fueron, en el caso de la diputación almeriense las facturas falsas del área de turismo. El entonces presidente, lo recordaran ustedes, dejó con toda la tranquilidad del mundo que su vice fuera a parar a la cárcel. Él, no se había enterado de nada, y le separaba un tabique del despacho de su vice.
Resulta evidente que cuando Ábalos es sacado del gobierno, el presidente del mismo conoce lo que ha ocurrido con las mascarillas y las cuadrillas toreras, “picaor incluido”, que han estado en la arena, han corneado las arcas públicas y se lo han llevado crudo. Pero él no se había enterado de lo que hacían los subalternos de su ministro, la presidenta de Baleares en aquellos tiempos y el ministro Illa, ¡qué maravilla! La política nocturna a la que nos tienen acostumbrados los líderes de los partidos nos lleva a vivir situaciones como la que se viene dando en España. No se quiere reconocer lo que hacen los ministros, se quiere salvar al líder, se cuentan mentiras o se rebuscan en el “y tú más” una salida ante la opinión pública. Y el ciudadano se va cansando cada día un poco más de los políticos, de sus declaraciones y de sus sombras.
No les gusta a los vividores de los cargos públicos que se generalice la opinión de que política y corrupción se dan la mano, pero no son los medios, quienes abren la caja del “y tú más”, son ellos mismos. Es en esa acusación cuando el ciudadano de a pie se encuentra ante la certeza de que política y corrupción en España se dan la mano. Y lo más grave, los líderes no son responsables de esa corrupción, ellos son ángeles de bien que solo quieren lo mejor para el pueblo. De los siete presidentes que ha tenido el país desde que tenemos democracia, solo Rajoy tuvo una moción de censura que lo sacó del gobierno y por corrupción, de los demás, si la hubo, todo ha quedado oculto. Y son cientos los casos que se podían mencionar en los que los gobiernos y los partidos metieron la mano, cuando no las dos, y a ninguno de los líderes políticamente se las cortaron.
Algún día en España tienen que empezar a dimitir los presidentes de los gobiernos, de las autonomías, diputaciones y ayuntamientos, cuando sus segundos llevan la corrupción hasta sus despachos y sus jefes no se dan por enterados. Eso, no se dan, pero enterados estaban sin duda alguna. ¿Y de Begoña qué me dicen ustedes?
España de pillos y sinvergüenzas.