Javier García es un candidato al Parlamento Europeo al que desde Almería se le debe prestar especial atención, porque es el único almeriense -de El Ejido para ser más precisos- que encabeza una candidatura, y además resulta ser la única andalucista que concurre a la convocatoria, Ahora Andalucía.
Javier García es doctor en Historia por la Universidad de Granada, profesor en la Pompeu Fabra de Barcelona y en su currículum también encontramos que ha sido investigador en la Universidad de Berkeley en California y en la de Coimbra.
¿Cómo es eso de que un ejidense lidere la candidatura andalucista que va a las próximas elecciones europeas?
Como todo, tiene su sentido. Soy un hijo de mi tiempo, hijo de mi generación. Soy hijo de migrantes de las migraciones interiores en Andalucía. Mi padre y mi familia paterna provienen de Granada, del Valle de Lecrín, y mi familia materna de la Alpujarra. En los años 70, para quien no lo sepa, hubo unas grandes migraciones interiores. Yo siempre digo que las migraciones a Cataluña también fueron acompañadas de otras migraciones internas que, de alguna manera, fueron igual de desestructurantes o, digamos, de traumáticas, porque cortaron la memoria de muchos andaluces respecto a las comarcas de las que eran sus familias.
Mi familia llegó a El Ejido en el boom de la agricultura y se dedicó a la agricultura durante muchos años. Yo, como mi hermano y mis primos, que formamos parte de esta migración interior a Almería, volvimos a Granada para ir a la universidad. Yo volví con 17 años a la casa de mi tía. Esa es la historia de muchos de mi generación, de ejidenses que nacimos en El Ejido, nos criamos en El Ejido, pero desde fechas muy tempranas fuimos a estudiar.
También en este sentido, soy hijo de mi tiempo. Mi generación, como tú sabes, fue una generación que de alguna manera culminó varias generaciones de trabajo intenso en la tierra, primero como jornaleros, luego como propietarios. Con un pequeño ahorro, la obsesión de la familia era que los niños fuesen a la universidad. No fue algo que nosotros escogiésemos individualmente, podríamos decirlo, sino que fue más bien una tendencia sociológica de que los niños tenían que ir a la universidad.
Acabé la carrera en el año 2008, en plena crisis económica, y eso hizo que por una serie de circunstancias, casi de casualidad, me volcara más con la investigación que con las oposiciones y la docencia. Eso me ha llevado a diferentes universidades y a escribir algunos libros siempre sobre historia contemporánea y Andalucía.
En ese proceso universitario, me involucré en los movimientos juveniles andalucistas como Jaleo, como la juventud del SAT, el Sindicato Andaluz de Trabajadores y Trabajadoras. Eso me llevó siempre a tener un compromiso y a comprender, yo creo que también como mi generación, que la política en el Estado español hoy pasa por la cuestión territorial y que la única forma de democratizar en un sentido profundo, es construir democracias territoriales ajustadas al territorio, entendiendo las necesidades de cada territorio y de cada periferia.
Yo creo que en este caso, Andalucía se está incorporando a esa política soberanista que ya han emprendido otras naciones del Estado. Alguien de Granada, de alguna manera, yo creo que tiene que ser un puntal necesario para el andalucismo. Hay que salir de la zona de confort, de Sevilla a Cádiz, y tener un discurso que involucre e interpele a las masas en las clases populares de otros territorios, de otras provincias.
¿A qué atribuye usted que, desde la desaparición del Partido Andalucista, hayan surgido andalucismos por todos lados? Y se lo pregunto como candidato andalucista, pero también como doctor en Historia, es decir, con conocimiento de causa. No me refiero tanto a que el Partido Popular se autodenomine andalucista, algo que lleva haciendo desde mucho tiempo antes, entiendo que con la idea de ganar el gobierno de Andalucía. De hecho, lo lleva diciendo al menos desde la época de Javier Arenas. El Partido Socialista Obrero Español también lleva algunas décadas, aunque no demasiadas, atribuyéndose el ser andalucista. Me refiero más bien a que han surgido, como hongos, montones de partidos, partidillos, agrupaciones y asociaciones, todas de índole andalucista de izquierda. Entonces, uno se pregunta: ¿qué diferencia a una de otra?
Como en toda política, hay una dimensión social, quizás también sociológica y cultural. Luego, esas tendencias sociológicas cristalizan, o no, en estructuras políticas y en aparatos políticos, como los sindicatos. Esta cristalización sería como la última etapa de una conciencia. Primero se da a nivel cultural, luego se da a nivel social, se construye un estado de opinión, un sentido común, y estas ideologías cristalizan en partidos políticos.
Yo creo que el PA, desde lo que yo he llamado en otros sitios, en mis trabajos, “la segunda ola”, porque la primera ola andalucista sería la de Blas Infante, entre 1918, después de la primera guerra mundial, hasta el 36. La segunda ola andalucista iría desde los principios de los 70 con la Alianza Socialista por Andalucía, el PSA, el PA, hasta 2015. Ahora estaríamos en esta tercera ola del andalucismo de la que me estás preguntando.
Yo creo que la segunda ola andalucista fue muy importante para Andalucía y para la historia contemporánea de Andalucía porque fue el estallido, la rebelión del 4 de diciembre, que yo llamo la rebelión democrática del 4 de diciembre, que es una rebelión, como toda rebelión, inacabada, con tareas pendientes. Yo creo que también fue importantísima a nivel del Estado español porque abortó un proceso de autonomía a dos niveles, a dos intensidades, que estaban planificando las élites del estado español, Madrid, Bilbao o Barcelona, los beneficiados del tardofranquismo, los beneficiados de la transición política.
Yo creo que esa segunda ola del andalucismo dinamitó ese plan, construyendo, digamos, una voz propia, una autonomía para Andalucía que tú bien conoces y que de alguna manera da lugar al comienzo de la cristalización política de ese autonomismo, de ese andalucismo que Blas Infante nunca pudo ver.
Yo creo que en el año 2015, por circunstancias que nos llevarían más tiempo, pero de forma resumida, yo creo que el agotamiento del partido andalucista no agota un sentimiento de andalucismo en la sociedad andaluza que reverdece, que aflora a partir de 2015. Piensa que el 15M está muy próximo, la nueva política de Podemos, está en movimientos sociales como el SAT, todas las refundaciones que dieron un lugar al que se dieron desde el PA.
Yo sí creo que la sociedad andaluza, a partir de 2015, a partir de esta década, en la última década podemos decirlo, ha vivido un boom cultural. Una nueva conciencia andaluza atraviesa la sociedad andaluza. Yo creo que eso tiene que ver con, bueno, pues con una crisis de la globalización que hace que la sociedad…
Perdone que le interrumpa, pero eso contrasta con la realidad. Contrasta con que hemos visto que en las elecciones autonómicas, el Partido Popular logra la presidencia de la Junta de Andalucía porque suma con Vox y con Ciudadanos. Y en las siguientes elecciones, el Partido Popular gana con mayoría absoluta, amplia y fuerte, y los que decían ser andalucistas, o representantes un poco de ese andalucismo de izquierda, y digamos más auténtico, por llamarlo de alguna manera, se quedan prácticamente en nada, un par de parlamentarios. Si seguimos a elecciones generales o vamos a elecciones municipales, tampoco han tenido grandes resultados. ¿No será, y es una pregunta con cierta maldad, que esa tercera ola andalucista, dónde vive es en Twitter y en Facebook, en las redes sociales?
Son cosas diferentes, que es lo que trataba de decir. Yo creo que hay una parte de andalucismo cultural, sociológico, y luego está el andalucismo político, que son cosas que no debemos confundir. En el caso catalán y vasco, por ejemplo, existe el concepto catalanismo y catalanidad, y en galleguismo, galleguidad, pero en el caso andaluz no tenemos andalucidad, tenemos solo andalucismo. Entonces se confunde el sentimiento regional con el proyecto político. O sea, que Juan Manuel Moreno dice sentirse andalucista, pero en realidad se siente andaluz, porque confundimos a veces el andalucismo cultural con el andalucismo político.
Yo te hablaba de que hay un auge del andalucismo cultural y de la identidad andaluza, lo cual aún no cristaliza en un ciclo político. Pero yo creo que sí que hay a nivel cultural. Lo vemos con muchos grupos de música. Incluso el sentimiento andaluz al interior de los partidos estatales se ha fortalecido. Esto es lo que trataba de señalarte. Tiene que ver con, bueno, hay una crisis de la globalización que hace que cada pueblo busque sus raíces. Lo hemos visto en el Proceso en Cataluña, pero lo vemos también en América Latina, en el movimiento indígena, en diferentes lugares. Esto también tiene una dimensión reaccionaria y conservadora de búsqueda de esas raíces culturales.
En el caso de Andalucía, yo creo que hay un auge cultural, como te decía, que ha hecho que afloren determinados espacios sociales, culturales, sindicales que aún no tienen una gran cristalización política. Pero aquí yo creo que hay que ser prudentes. Si comparamos, por ejemplo, con la Transición, que también hubo un auge cultural, que también hubo un auge musical. Es más, se separan en el 73, y “El patio” de Triana se graba en el 75. El 4 de diciembre en el 77, por decirlo de broma, estamos en tiempo. Primero hay un auge cultural, luego hay un sentido común andalucista, luego cristaliza políticamente.
Que esta tercera ola tenga algo que decir, lo dirá la sociedad andaluza. No lo vamos a decir nosotros, eso lo tiene que decir la sociedad andaluza. Ahora, yo sí creo que ahora mismo, desde el último año, vi un proceso de desmembramiento del andalucismo político. Y bueno, Adelante Andalucía, digamos, toda la parte que se extiende de Podemos, a pesar de que trata de ocupar ese espacio, lo ocupa pero de bajada. Lo ocupa ya de, digamos, de crisis terminal. Lo que se propone Ahora Andalucía es revertir esa tendencia y resolver una anomalía política en el país, que es la falta de representación política de sectores culturales, sociales y políticos de toda Andalucía. Que es la falta de un espacio de representación de los andalucistas de conciencia, de los nacionalistas andaluces, de los soberanistas, de la izquierda andalucista que ha estado en Andalucía en las últimas décadas y que todo el estado tiene su propio espacio en cada una de las naciones. Ahora Andalucía se manifiesta, se construye para revertir esa tendencia de desmembramiento del voto andalucista.
En Ahora Andalucía, se han logrado unir muchos de esos pequeños partidos y “partidillos”, y no lo digo de modo despectivo, sino en el sentido de que tienen poca militancia. Se han unido muchas personas, pero además se han unido personalidades a título individual, tanto del mundo de la cultura, como de la política, del mundo académico y, bueno, del mundo sindical también. ¿Cómo valora ese apoyo que ha habido de un modo tan transversal?
Esa transversalidad a la que haces referencia es una característica del andalucismo político. Siempre insisto en el término “político” para que entendamos que estamos hablando del andalucismo más allá del sentimiento que se manifiesta también en otras federaciones regionales de partidos estatales. Creo que el andalucismo político siempre ha tenido dos características: siempre ha sido progresista y siempre se ha dado de forma transversal y en confluencia con otros. Por ejemplo, Blas Infante nunca tuvo una única corriente, sino que siempre estuvo rodeado de diversas ideologías, desde los anarquistas como Pedro Vallina hasta un centro moderado demócrata.
Durante la transición, el PSA tuvo un marcado carácter primero marxista en los años del primer congreso, luego un marcado carácter nacionalista en el segundo, que yo he llamado el giro nacionalista, y después del 84 se situó como partido de centro izquierda. Creo que esa transversalidad es consustancial al propio andalucismo.
También creo que uno de los motivos que haya generado tanta ilusión el primer manifiesto de Ahora Andalucía es que mucha gente depositó esperanza en Adelante Andalucía. Creo que el tiempo dirá si Adelante Andalucía es más andalucista o teresista, es decir, cuál de las dos almas, la que venía de Podemos o la andalucista, era más protagónica o explica mejor el fenómeno de Adelante.
Una vez que Izquierda Unida y Podemos no estuvieron en el segundo Adelante Andalucía, creo que mucha gente realmente depositó esperanza en ese espacio. Mucha gente depositó esperanza en Teresa Rodríguez. Yo mismo, y mucha gente, vimos que Teresa Rodríguez seguía una maduración natural como una líder joven que tenía décadas por delante, una vida política como la de Julio Anguita o como la de otros.
Creo que la gente se tranquilizó mucho porque aquí está el andalucismo. Creo que había muchos acontecimientos que podemos analizar, pero la salida de Teresa Rodríguez y la convulsa vida interior de Adelante, con una federación de un partido estatal totalmente hegemónica y con el poco peso de los soberanistas netamente de obediencia andaluza, ha provocado que los resultados electorales sean muy a la baja. Han sido golpes duros que los propios militantes no se esperaban, y que la propia sociedad andaluza no le ha dado ese apoyo a una opción que está liderada por un partido estatal.
Eso ha provocado que el manifiesto Ahora Andalucía sea como una segunda oportunidad en un momento donde hace mucha falta que haya un interlocutor andaluz, un instrumento político andaluz. Por eso se ha unido gente como Paco Casero, Pilar Távora, profesores de universidad como Curro Garrido, que fue diputado de Los Verdes, y todo un tejido cultural, social y sindical que es representativo de una mayoría social del país que considera fundamental que haya un instrumento político.
La financiación en el Estado y la política en el Estado hoy se hacen con negociaciones con el centro. Quien no tiene negociación con el centro se convierte en un territorio sin financiación, sin representación, donde un ministro del PSOE puede venir a Andalucía a decir que no hay tren, que no va a haber tren, se graba un vídeo y se va. Si eso lo hiciese en el País Vasco o en Cataluña, pararían el país.
Quería preguntarte sobre esto, porque seguramente habrá gente a la que le interese mucho lo que estamos comentando sobre el andalucismo, sin embargo, habrá otra parte que se preguntarán: “¿Y qué hay de lo mío?”. Es decir ¿qué propuestas o iniciativas pueden esperar los andaluces? En este caso, me gustaría acercarme más a un andaluz de Almería. Por ejemplo, con el hecho de que la Alta Velocidad no llega y nos dicen que será en 2026, tenemos problemas con el agua y con la competencia desleal de los productos almerienses, de la agricultura almeriense dentro de la propia Unión Europea, porque hay productos extranjeros que se reetiquetan y se venden como si fueran de aquí, sin serlo. El tema de los contingentes es otro problema. Como hijo de El Ejido, conoce muy bien la cuestión. Por eso le pregunto, ¿qué esperanzas, y qué confianza pueden tener todos esos almerienses en Ahora Andalucía?
Creo que la economía almeriense, lejos de lo que siempre se ha dicho, está muy vinculada al modelo andaluz. Siempre se ha intentado construir el modelo almeriense como una excepción, pero creo que forma parte de una economía caracterizada por un fuerte carácter extractivo. Este modelo no está vinculado a la distribución alimentaria en su propio territorio, como ocurre con modelos como el de Huelva. Sin embargo, también existen modelos como el del olivar extensivo y la cuestión de la fotovoltaica, la extracción de energía en otros puntos de Andalucía.
Creo que la economía almeriense realmente necesita, en primer lugar, un replanteamiento del modelo. Una de las cuestiones en las que queremos trabajar es una ley andaluza integral de la agricultura familiar o de pequeños productores. Creo que el modelo almeriense, que comenzó con un modelo de pequeños propietarios, con un modelo familiar, con un modelo de un tejido de agricultura industrial, realmente se está convirtiendo en un modelo de multinacionales donde pierden los agricultores, los consumidores y los trabajadores. El modelo se está derivando en un modelo de agroextractivismo neoliberal, que es muy diferente al modelo que había comenzado en la agricultura en los años 70-80.
Creo que la agricultura andaluza, sobre todo la almeriense, tiene que tener un enfoque mucho más novedoso, apostando por la biodinámica y las nuevas técnicas de agricultura. Queremos también impulsar un sello de calidad para aquellas explotaciones que paguen unos sueldos dignos a sus trabajadores. Creo que el andalucismo siempre ha sido de los más humildes. Por ejemplo, en mi pueblo, en El Ejido, en mi ciudad, quienes enarbolan las banderas andaluzas en las manifestaciones son trabajadores marroquíes. Creo que ya hay que hacer políticas de cara a los trabajadores y a las trabajadoras, no solamente en Almería, sino también en Huelva y en otros lugares.
Creo que nuestra candidatura quiere impulsar un modelo enfocado a las personas, un modelo enfocado a la redistribución de la riqueza, un modelo enfocado a la redistribución alimentaria. No puede ser que quien produzca alimentos pase hambre en Andalucía, y eso tiene que ver también con la subida de los precios de insumos, de estructuras y de todos los inputs que hacen falta en las explotaciones que están en manos de grandes multinacionales como Syngenta y Bayer. Eso hace que el agricultor finalmente sea un mero asalariado en su propia finca.
Creo que ese modelo requiere una actualización y, digamos, una sincronización con otros modelos agrícolas parecidos en Europa, como el de Holanda. Luego hay un tema importante más allá de la agricultura, que son las infraestructuras y las comunicaciones. Durante años, viví en El Ejido y estudié en Granada. En el autobús tardaba tres horas y media, y eso era en uno directo. Pero creo que Almería necesita una conexión con el resto de Andalucía mucho más importante, mucho más vinculada a la ferroviaria.
Creo que también hay una cuestión fundamental en el acceso a la vivienda. Andalucía, en general, tiene un problema de acceso a la vivienda y de encarecimiento de precios. Ante esto, hay que hacer una política pública de vivienda y equiparar el parque público a otros sectores, a otras experiencias europeas como Alemania, Francia, Bélgica, que están en un 20% de vivienda pública.
Creo, además, que los modelos universitarios de universidades públicas en Andalucía tienen que apostar por la descentralización. Es decir, ya se discutió durante mucho tiempo que el campus de Ingeniería Agrícola estuviese en El Ejido, que haya otros campus, que la universidad sea una realidad de distribución por la provincia, de diálogo con las realidades comarcales y que se apueste por una innovación y por una política de producción de conocimiento asentada en el territorio y que no privilegie solamente un modo de cultivo hortofrutícola intensivo, sino que toda la variedad de agricultura que hay en la provincia de Almería también pueda tener acceso a la innovación y a la investigación.
En definitiva, creo que Almería sigue siendo una de las grandes provincias olvidadas de Andalucía bajo ese prisma del milagro económico que no benefició a todo el mundo y que también ha generado unos costes ecológicos y unos costes a nivel de población trabajadora importantes. Creo que la provincia de Almería, ciudades como Roquetas, El Ejido, Almería, son grandes ciudades, el conjunto demográfico andaluz, y hace falta, digamos, redefinir, reenfocar ese modelo hacia las personas, las personas que trabajan, que consumen alimentos y acercar la economía a las personas.