Este domingo, festividad litúrgica del Corpus Christi, asistí en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación a la Misa Estacional presidida por el Obispo de Almería, Monseñor Antonio Gómez Cantero con la presencia del cabildo de canónigos y clero diocesano, así como, la corporación municipal y autoridades civiles y militares, y un nutrido número de cofrades almerienses entorno a las cofradías incardinadas en la Agrupación de Cofradías, así como la asociación sacramental de la Adoración Nocturna y otros movimientos de apostolado seglar.
Entre todo lo acontecido durante la Misa Pontifical, quisiera resaltar el sermón pronunciado por Monseñor Gómez Cantero, quien llevándolo escrito, al visualizar en el interior del templo el número elevado de feligreses, realizó la homilía a viva voz de lo que el corazón le iba dictando en un día tan especial para los cristianos como es la solemnidad del Corpus Christi, con especial referencia los niños y niñas que este año han recibido la Primera Comunión, el Cuerpo y la Sangre de Cristo presentes en la celebración de la Eucaristía.
Las palabras pronunciadas por el Prelado Gómez Cantero desde su sede episcopal, recordó a los presentes con una sencilla catequesis por qué es importante esta fiesta del Corpus Cristi, preguntándose si acaso no es la misma que la celebrada el Jueves Santo, ya que sin la Última Cena esta fiesta del Pan de Vida no existiría en la actualidad, porque si bien el Jueves Santo fue un despedida ante la llegada del Calvario, tras la Resurrección, la Iglesia considera necesario insertar en el calendario una fiesta que proclame la nueva noticia del Amor, para festejar que Jesús sigue estando entre nosotros y nos alimenta, cómo Él nos dijo en la última cena.
El Corpus Christi es el Día de la Caridad, llevándose esta actividad diocesana en todas las parroquias por Cáritas, día del Amor Fraterno al igual que el Jueves Santo, traducido en obras y canalizado en comunión eclesial a través de Cáritas, manifestación genuina del ser cristiano en el sentimiento amoroso de quien se sabe hermano de todos los hombres y mujeres porque han sido hechos por Cristo hijos e hijas de Dios. Más o menos, recogí estas palabras humildes y doctas en la memoria, pronunciada por el mitrado episcopal para trasladarlas a este sucinto escrito, porque fueron una sacudida enérgica a nuestro testimonio de creer firmemente en el gran Misterio de la Fe, el Santísimo Sacramento del Altar.
Y es que la caridad, crea la vida, y la justicia social, que crea el orden, son el remedio infalible respecto a las necesidades y pobrezas del afligido prójimo, penetrando la caridad hasta el corazón mismo del prójimo, haciéndonos salir de nuestro confort, de nuestro individualismo, de nuestra indiferencia, de nuestro estrecho yo.
En conclusión a las palabras de Monseñor Gómez Cantero, me quedaron grabadas, que hay que amar al prójimo como a ti mismo, pero con obras, para que la caridad sea verdadera, para que sea eficaz, sobre todo ante un panorama nada halagüeño en la sociedad secularidad y dándole la espalda a Dios en la que diariamente convivimos con tantas penalidades.
Y para ello, la Santa Eucaristía es el mayor estímulo y el gran ejemplo para que revistiéndonos con las entrañas de caridad, en frase del Apóstol, podamos llegar, especialmente, los cofrades, a ser verdaderamente apóstoles de la Caridad en el sentido de esta palabra consoladora y formemos una comunidad mutualista y cooperativa con mayor presencia de personal en las vivencias comunitarias que reducidos encuentros que no responden a la dinámica social de nuestros días. Bello testimonio el que dio ayer la Iglesia Católica la sociedad almeriense. Paz y Bien.
Agenda
