Uno de los resultados más llamativos de las pasadas elecciones es el color azul en toda la comunidad andaluza, y, de todas las provincias, la de Almería la que sobresale con mayor apoyo de votos para el PP. Por el contrario, el PSOE ha caído en picado, quedando algunas poblaciones -muy pocas- que aún prestan el inmerecido apoyo a un partido cuyos líderes se han acreditado como tóxicos para la democracia, las libertades y el Estado de derecho. No se entendería este rescoldo de apoyo si no fuese por la afición de los más cafeteros: nostalgia, herencia y dependencia vital.
Ahora el PSOE de Almería ya interpreta estos resultados con sus peculiares exégesis, avatares y extrapolaciones. Dicen los responsables provinciales que harán un ejercicio de crítica interna. Y si hacen crítica interna será la única que admiten y soportan, porque la crítica externa, sea de propios y extraños, es sistemáticamente rechazada. Ya saben, el PSOE a lo que no le interesa le aplica la típica retahíla: fascistas, racistas, xenófobos, etc.
Se dice que de la política se puede volver desde cualquier lugar menos del ridículo. Y, efectivamente, el PSOE de Almería aún no ha emprendido el camino de regreso: sigue, continúa e insiste en el ridículo. Y es que el ridículo es patrimonio exclusivo del estólido en toda su estolidez.
No se puede percutir ahora en la “pésima” gestión de la sanidad pública, cuando durante treinta y ocho años el PSOE se ha destacado por la infame administración del SAS: No había recursos humanos; había más corbatas que batas; no funcionaban las máquinas; no se pagaba a los proveedores; se manipulaban las listas de espera; no se generaban nuevas infraestructuras; se engañaba con proyectos como el Materno-Infantil o la Casa del Mar… y, no contentos con este desastre, se van a denunciar las colas y las listas de espera ante un centro de salud en el que no hay ni un alma en la puerta, pero les da igual; insisten en que “como se puede apreciar las colas son insoportables”. Y, no contentos con estos hitos históricos del bochornoso legado socialista, también la emprenden con la educación. Y no vamos a glosar los desastres en el plano puramente académico, así como las infraestructuras: caracolas, aulas con climatización infernal y los deficientes servicios de mantenimiento, seguridad y sanidad que fueron transferidos a los ayuntamientos por la inutilidad de la Junta del PSOE. La Junta del PSOE “De Lujo”, “2.0”, “Imparable”… O sea, la que iba como un cohete.
El PSOE de Almería tiene aún pendiente el regreso del ridículo, pero parece que se siente identificado con ese escenario. Hay que ver el decurso de algunas sesiones plenarias para entender cuán limitados, limitadas y limitades son: “Me han dicho que soy un gilipollas”, “nos critican en la tele municipal”.
Si no estuviesen asistidos de una incontenible protervidad sectaria, revanchista y vengativa serían acreedores de cierto grado de conmiseración; pero no. Se merecen lo que van cosechando gracias a su demagogia, totalitarismo y desprecio por las libertades y el Estado de derecho.
Y ya sabéis. Os esperamos de regreso del ridículo.