En los últimos años, hemos presenciado cómo ciertos partidos políticos se han empeñado en criminalizar a los inmigrantes, concentrando su retórica en los delitos cometidos por una minoría y ignorando a quienes, a través de su esfuerzo y perseverancia, han superado barreras y se han convertido en modelos a seguir dentro de sus comunidades. Este enfoque simplista y polarizante no solo es injusto, sino que también distorsiona la realidad y alimenta prejuicios que socavan la cohesión social.
El programa de Mentoría Social 'Fénix Andalucía', que este año ha implicado a 128 centros educativos en zonas de exclusión social, es un claro ejemplo de la contraparte de esta narrativa negativa. Su objetivo principal es aumentar la motivación académica de los niños y niñas de estos contextos, y su éxito es innegable: la participación ha crecido en 28 centros más que en la edición anterior.
Lo que hace especial a este programa no es solo su capacidad de inspirar a jóvenes en riesgo de exclusión, sino también la diversidad y calidad de los mentores que participan. Figuras destacadas de la sociedad, como la científica Lidia Bravo o el chef Daniel del Toro, aportan su experiencia y sabiduría para guiar a estos jóvenes, demostrando que el esfuerzo y la dedicación son el verdadero camino hacia el éxito.
Entre los mentores, también se encuentran historias de superación que desafían cualquier intento de estigmatización. Es el caso de José Francisco Gómez, el primer universitario de Los Asperones, un barrio marginado de Málaga, que con su ejemplo demuestra que el origen no determina el destino.
Frente a la criminalización, proyectos como 'Fénix Andalucía' subrayan la importancia de apoyar la integración y de visibilizar a aquellos inmigrantes y personas de origen humilde que, lejos de ser un problema, se convierten en valiosos activos para la sociedad.
Este programa debe servir como ejemplo para otros colectivos y políticas públicas. Es vital que se promuevan más iniciativas que se centren en la educación, la inclusión y el desarrollo de talentos, en lugar de alimentar discursos que solo buscan dividir y generar miedo.
En lugar de señalar con el dedo, es tiempo de extender la mano. A través de la mentoría, la educación y el apoyo comunitario, podemos construir una sociedad más justa y cohesionada, donde cada individuo, sin importar su origen, tenga la oportunidad de contribuir y destacar. Ignorar las historias de éxito y superación no solo es un error, sino una pérdida para todos. Es hora de cambiar el foco.
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