Anoche viví una de esas experiencias que quedan grabadas en la memoria para siempre. Me refiero al concierto de Medina Azahara, Mägo de Oz y Obús en el festival Maldito Rock, un evento que no solo cumplió, sino que superó todas mis expectativas. Como amante del rock, había esperado este momento de la programación de la Feria de Almería con ansias, pero lo que experimenté superó cualquier anticipación.
La noche comenzó con la fuerza arrolladora de Obús. Desde el primer acorde, la banda madrileña dejó claro que, a pesar de los años, siguen siendo los reyes del heavy metal en España. La energía que transmiten en directo es simplemente inigualable. Fortu, con su voz imponente y su carisma desbordante, hizo vibrar cada rincón del recinto. Los clásicos como "Vamos muy bien" y "Que te jodan" retumbaron en el aire, arrancando gritos y saltos de una multitud entregada. Yo misma no pude evitar sumergirme en ese torrente de adrenalina, dejándome llevar por la nostalgia y la pura emoción del momento.
Durante la pausa entre actuaciones, tuve la suerte de conocer a gente maravillosa que, como yo, había venido sola a disfrutar de la noche. Conocí a otra chica que, al igual que yo, se había lanzado a esta aventura en solitario. Hablamos de nuestras canciones favoritas, de cómo la música había sido un refugio en momentos difíciles, y pronto nos encontramos cantando juntas, como si nos conociéramos de toda la vida. Fue un recordatorio de cómo la música puede unir a las personas, romper barreras y crear amistades inesperadas.
También me topé con un grupo de amigos, todos metidos en sus cincuenta años, que llevaban siguiendo a estas bandas desde los ochenta. Me contaron anécdotas de los primeros conciertos de Obús y Medina Azahara a los que asistieron, cómo habían visto a Mägo de Oz crecer y evolucionar. La pasión y el entusiasmo con que hablaban era contagiosa. Verlos disfrutar, cantando y bailando como si no hubiera pasado el tiempo, me hizo admirar aún más la música que nos unía. Estaba claro que, para ellos, este concierto no era solo una cita más en el calendario; era una celebración de décadas de amor por el rock.
Luego llegó el turno de Medina Azahara. Qué puedo decir de estos gigantes del rock andaluz que no se haya dicho ya. Desde las primeras notas de "Paseando por la Mezquita", supe que estábamos a punto de vivir algo especial. La fusión de rock y flamenco que han perfeccionado a lo largo de su carrera resonó en el alma de todos los presentes. Manuel Martínez, con su voz cálida y profunda, nos transportó a través de su vasto repertorio, haciendo que cada canción fuera una experiencia casi espiritual. Ver a Medina Azahara en directo es como conectar con nuestras raíces más profundas, y anoche no fue la excepción. Canté, lloré y me dejé llevar por la magia de su música, que una vez más demostró ser atemporal.
La guinda del pastel la puso Mägo de Oz, una banda que nunca decepciona en directo. Con su característico estilo que mezcla rock, folk y heavy metal, el grupo madrileño hizo que el público se sumergiera en un torbellino de emociones. Desde "Fiesta Pagana" hasta "Molinos de viento", cada tema fue coreado a pleno pulmón por todos nosotros. Txus, siempre carismático y cercano, se encargó de mantener la energía al máximo, mientras que el resto de la banda desplegaba su virtuosismo en cada nota. El espectáculo visual, con luces y proyecciones que acompañaban la música, fue simplemente impresionante.
Salí del concierto con el corazón lleno de gratitud y el cuerpo agotado, pero feliz. No todos los días se tiene la oportunidad de ver a tres leyendas del rock español compartir escenario y dar lo mejor de sí. Maldito Rock no solo fue un festival, fue una celebración de la música que amamos, una comunión entre bandas y público que dejó una huella imborrable en todos los que estuvimos allí. Esta noche quedará, sin duda, en mi memoria como una de las más memorables de mi vida. Y lo mejor de todo fue haberla compartido con personas tan especiales, aunque nuestras vidas se cruzaran solo por una noche.
Ahora solo queda esperar que estos gigantes del rock vuelvan pronto a Almería, porque noches como esta no se repiten fácilmente.