La inmigración irregular se ha convertido en un tema central por su incremento desaforado en los últimos meses, en especial en el archipiélago canario, Ceuta y Melilla. Recientemente, el secretario general del PSOE de Almería, Juan Antonio Lorenzo, afirmó que "todos los inmigrantes irregulares se deportan". Pero lo cierto es que al examinar los datos oficiales, emerge una realidad que contrasta significativamente con dicho relato.
En el Ayuntamiento de El Ejido, que es un municipio en el que la inmigración -especialmente la norteafricana- tiene una enorme presencia, encontramos que el pasado año la Policia Local levantó 200 actas de extranjería, sin embargo, la Subdelegación del Gobierno no tramitó ninguna deportación por esas actas. Esta discrepancia plantea serias interrogantes sobre la afirmación de que "todos" los inmigrantes irregulares son deportados.
Las cifras proporcionadas por el Ministerio del Interior ofrecen un panorama más amplio de la situación. En el último año, aproximadamente 57.000 inmigrantes irregulares fueron interceptados en el territorio español. De estos, solo 4.000 fueron efectivamente deportados. Estos datos -insisto en que son oficiales- evidencian que la narrativa de que todos los inmigrantes irregulares enfrentan la deportación no se sostiene frente a la realidad.
La considerable diferencia entre los inmigrantes interceptados y los deportados demuestra que la deportación no es un proceso automático ni universal. Diversos factores influyen en la decisión de deportar a un inmigrante, como su situación personal, la posibilidad de solicitar asilo, y otros aspectos legales que pueden complicar el proceso. Este matiz es crucial para comprender la verdadera dinámica de la deportación en España.
Quizá Lorenzo quiso decir que se deportan todos los que se deportan, y que los que no se deportan no se deportan... al estilo Maria Jesús Montero y su "lo que dice el acuerdo es lo que dice el acuerdo, y lo que no dice el acuerdo es lo que no dice el acuerdo".
Las afirmaciones simplistas sobre la deportación de inmigrantes irregulares pueden tener graves implicaciones, porque tan peligroso es asegurar que no las hay, como afirmar que es la práctica habitual. La desinformación puede alimentar el miedo y la xenofobia, afectando negativamente la percepción pública sobre la inmigración y la diversidad cultural. Además, influye en las políticas públicas y en la gestión de los recursos destinados a la atención de inmigrantes, lo que puede tener consecuencias a largo plazo para la cohesión social.
Los datos presentados subrayan la necesidad de basar las discusiones sobre inmigración en hechos y cifras verificables, en lugar de relatos que pueden distorsionar la realidad. La situación de los inmigrantes irregulares en España es compleja y requiere un enfoque matizado que considere tanto la legalidad como la humanidad de las personas involucradas.
Aunque la afirmación de que "todos los inmigrantes se deportan" puede resultar atractiva para algunos, los datos oficiales narran una historia totalmente distinta.