Uno ya no sabe qué pensar. Hace unos años, las aulas prefabricadas eran poco menos que una panacea educativa según algunos miembros del PSOE, cabreadísimos cuando desde el PP las llamaban "barracones" o "caracolas". Ahora, de repente, son una tragedia insalvable bajo la administración de Juanma Moreno. Es curioso cómo cambian las percepciones dependiendo del lado del despacho en el que uno se siente.
José Luis Sánchez Teruel, parlamentario socialista, nos advierte con tono apocalíptico: “Las aulas prefabricadas llegan a más municipios que en el curso pasado, a más centros educativos que en el curso pasado y para más niños que en el curso anterior. Concretamente, 4.000 escolares de 11 poblaciones, en donde viven en torno a medio millón de personas, van a dar sus clases en aulas prefabricadas instaladas en 35 centros educativos de la provincia”. ¡Cuánta indignación! ¡Qué escándalo! ¡Qué desastre!
Permítanme recordarles lo que decía Gracia Fernández, delegada del Gobierno de la Junta en Almería con el PSOE, en una entrevista dominical: “A pesar de todas las críticas que tienen, las aulas prefabricadas yo no las veo tan malas. Si de forma sobrevenida tenemos que instalar aulas prefabricadas es una solución de urgencia provisional”. ¿En qué quedamos? ¿Son buenas o malas? ¿O solo depende de quién gobierne?
La hemeroteca es un arma de doble filo, y parece que en el PSOE no se han dado cuenta de que sus declaraciones anteriores están al alcance de todos. Otra perla, esta vez de la delegada de la Junta en Granada de Educación, Cultura y Deportes del PSOE: “Las prefabricadas tienen a veces una calidad superior a las aulas construidas”. Y claro, nadie del PP o de Vox se acuerda de esto.
Quizá alguien debería haber advertido a Sánchez Teruel sobre la avalancha de críticas que caería sobre él. Pero no, salieron a la palestra sin siquiera revisar sus propios archivos. Las aulas prefabricadas, cuando las instalaba el PSOE, eran la solución milagrosa. Ahora, con más recursos y supuestamente mejor gestión, se han convertido en el problema más grave de la educación almeriense.
No se trata de defender a un partido o a otro. Se trata de coherencia, de tener una postura clara y honesta. Las aulas prefabricadas no han cambiado; lo que ha cambiado es quién las pone. Así que, antes de rasgarse las vestiduras, quizás convendría recordar las palabras que uno mismo dijo no hace tanto.
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