El lugar que ocupa la experiencia humana en una sociedad tiene relación directa con la capacidad de valorar la palabra y los consejos de los demás. Lo que está claro es que para adquirir cierta sabiduría hay que pensar, reflexionar acerca de las acciones de la vida, y algunos viven sin reflexión y de aquí se deriva que, durante nuestra existencia, hay que saber a quién pedir consejo. Para obrar bien, es decir, realizar aquellas acciones que permiten alcanzar la excelencia, se deben escuchar consejos. Cuando en la sociedad se hace demasiado hincapié en la libertad, en ocasiones se traspasan los límites, y todo se reduce a hacer lo que siento, lo que me parece, me gusta o me surge en un momento, sin atender las consecuencias. La libertad no existe si no somos capaces de integrar nuestras dimensiones psicológicas, para lo cual es necesaria la educación, pero el problema surge cuando esta educación descuida la capacidad de adquirir información importante.
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