La Dana

El agua se ha convertido en el levante peninsular durante unas horas en el drama de cada otoño. Teníamos olvidada lo que era una gota fría, así la llamábamos hace unos años, hoy es una Dana. Y de nuevo aquella, convertida en Dana, dejó su rastro de muerte, de ruina y de dolor. Almería se ha visto salpicada por los destrozos en casas, caminos en invernaderos, pero no hemos tenido que lamentar la pérdida de ninguna vida humana, cuestión que se ha vivido en Albacete y Valencia, con más de cincuenta fallecidas y decenas de personas desaparecidas. Ahora llega el momento de unir voluntades y de que las administraciones respondan.

¿Lo harán?

Si tenemos en cuenta lo ocurrido en otras zonas del país, los retrasos en Lorca, Canarias, malo es el panorama con el que nos podemos encontrar. Por muy triste y tremolado que se haya visto al presidente. La situación de El Ejido necesita ser reconocida como zona catastrófica, como otros puntos de la provincia que ha visto correr el agua por sus secas tierras dejando una herida que, en algunos casos tardará meses en superarse. A los políticos se les llena la boca ante estas situaciones de que vendrán ayudas. ¿Cuánto tardarán? Semanas, meses, años. En Lorca algunas se siguen esperando, en Canarias han perdido la esperanza, y en los dos casos han pasado años. Ya que podemos cambiar de políticos, cambiamos de historia.

El bús

Ocho meses, casi el embarazo de una madre, con el niño a “bocaparir”, va a tardar una empresa en estudiar, a la que vamos a pagar con nuestros impuestos unos cuantos miles de euros, el mejor servicio a dar por los autobuses municipales a los ciudadanos, que no olvidemos son los abonan con sus tasas y sus billetes el precio de la adjudicación de ese servicio. Ocho meses nos parecen muchos meses, demasiados pienso, para hacer un estudio de Almería, sus calles y sus buses. Pero como sabios tienen los ayuntamientos, entre técnicos y políticos, lo mismo son necesarios esos meses previstos. Uno más, y los autobuses nos salen con el crío en pañales, llorando por las paradas y pidiendo que los amamante algún buen y solidario viajero.

El mes de agosto tuvimos una prueba de lo que es el servicio, con unos mayores que esperaban en la parada para volver a sus casas en Retamar, y el comportamiento de aquel conductor. En esos ocho meses y con los miles de euros que les van a pagar, ¿van a estudiar el trato que reciben los usuarios del personal de la empresa? Y los ejemplos, el ya contado en su día y otros que han llegado después, no hablan demasiado bien de algunos trabajadores de la empresa.

Me dirán que son muchas horas que tienen que pasar con el volante en sus manos, en una ciudad donde cada vez es más complicado el circular, unas veces por culpa del denso tráfico y el resto de los conductores, otras por parte de un ayuntamiento que tiende a complicar todo lo que toca, incluyendo el conducir por la ciudad. Y eso que tienen tropecientos asesores. ¿A qué se dedicarán? Porque, no es que tenga mucha suerte el ayuntamiento con las decisiones que toma y que afectan a los ciudadanos. No podemos olvidar que esos conductores tienen que soportar a vecinos de todos los colores y pelajes, con sus humores, sus miedos, con sus buenas y malas caras.

Un autobús no solo tiene que llegar puntual, durante unos minutos todos los días, a veces más de lo normal, se convierten en parte de esa casa que acabamos de dejar, y un poco de tacto por parte de los conductores no les vendría mal. Desde el pasado lunes el servicio está en huelga. Los derechos de los trabajadores, dicen los sindicatos. Vale. Y los de esos trabajadores que para ir a su trabajo tienen que coger el bus. ¿A esos que les den? Son trabajadores los dos, los dos tienen derechos, el uno a defender su puesto con una huelga, el otro defender su trabajo presentándose a su hora en el tajo. La pregunta sería: ¿Qué derecho tiene para usted más valor?