Cuando se acerca la Navidad, las luces brillan en las calles de Almería, y el olor a turrón y polvorones inunda cada rincón. Sin embargo, entre los villancicos y las reuniones familiares, surge una pregunta que siempre me ha hecho reflexionar: ¿eres más de Papá Noel o de Reyes Magos?
Para mí, la respuesta es clara. Aunque crecí con la tradición de los Reyes Magos, ese mago de barba blanca que llega en su trineo cargado de regalos me ha robado el corazón en los últimos años. Recuerdo una Nochebuena hace unos años, cuando mi primo pequeño, con sus ojos llenos de ilusión, me preguntó si Papá Noel era real. Yo, tratando de mantener viva la magia navideña, le dije que sí. Pero lo cierto es que mientras él soñaba con juguetes y dulces, yo no podía dejar de pensar en la realidad que nos rodea.
Y aquí es donde la cosa se complica. En un mundo donde hay quienes no tienen la suerte de recibir ni un solo regalo, como los niños en Palestina que viven bajo el peso del conflicto y la opresión, o aquellos que arriesgan sus vidas cruzando el Mediterráneo en busca de un futuro mejor, mis dudas sobre el consumismo y la superficialidad de estas tradiciones se hacen más evidentes. ¿De qué sirve celebrar si no somos capaces de mirar a nuestro alrededor?
Volviendo a Almería, no puedo evitar recordar cómo cada año organizamos una recogida de juguetes para los niños más necesitados en nuestra ciudad. Es un gesto pequeño pero significativo que nos recuerda que la verdadera esencia de estas festividades no está en lo material. La sonrisa de un niño al recibir un regalo puede ser más valiosa que cualquier juguete caro traído por Papá Noel.
Sin embargo, también tengo amigos que han crecido recibiendo regalos solo el 6 de enero. Para ellos, los Reyes son casi figuras míticas; Melchor, Gaspar y Baltasar son parte del folklore familiar. A veces bromeamos sobre cómo sería nuestra vida si tuviéramos que elegir uno solo: “Si Papá Noel trae regalos antes y te deja abrirlos mientras comes langostinos”, dice mi amiga María con una risa contagiosa. “Pero luego están los Reyes… ¡con su cabalgata! Eso sí es espectáculo”.
Al final del día, creo que ambos tienen su encanto: Papá Noel representa esa magia instantánea y festiva del 25 de diciembre; mientras que los Reyes Magos simbolizan la espera y la ilusión acumulada durante días hasta el 6 de enero. Pero lo más importante es recordar por qué celebramos: no solo por nosotros mismos sino también por aquellos menos afortunados.
Así que este año intentaré hacer un esfuerzo consciente por disfrutar tanto del 25 como del 6 sin perder de vista lo esencial. Quizás sea hora de combinar ambas tradiciones: dejarle una carta a Papá Noel pidiéndole paz para todos esos niños del mundo que no pueden disfrutar ni siquiera un momento como el nuestro.
En definitiva, ya sea con Papá Noel o con los Reyes Magos, lo importante es mantener viva la esperanza y compartirla con quienes nos rodean. Porque al final del día, eso es lo único que realmente importa: amor y solidaridad en un mundo lleno de desafíos. ¡Felices fiestas desde Almería!
Agenda
