Los almerienses estamos viviendo los siete minutos más famosos de los últimos cincuenta años. Llevamos esperando la llegada de un caballo de hierro que nos acerque al mundo, que nos saque del aislamiento a que nos han venido condenando los diferentes partidos políticos que han mandado en el país. Hace unos días los medios de comunicación cantaban con alegría e ingentes alabazas lo que iba a suponer la puesta en marcha del nuevo del tren de las mañanas con la capital del reino de España a partir del quince de diciembre.
¡Loa al nuevo tren, a los políticos que lo han conseguido!
Cuando al fin nos enteremos de la verdad, cuando se supo lo de los siete minutos ganados al tiempo, a los cincuenta años que llevamos esperando, comenzaron los peros a tanta alegría vendida, a tanta alabanza como pusimos en el esfuerzo de los que nos gobiernan. ¡Qué desilusión! ¡Siete minutos! ¿Es todo lo que hemos ganado? Algunos no saben donde esconderse, ¿verdad señor subdelegado, vocero de Pedro Sánchez y del ministro Puente por estas tierras?
Cuando leía en los medios las alharacas que les dedicaban la prensa, la de papel y la digital, ¿qué pensaba señor gobernador? ¿Sabía usted lo de los siete minutos? ¿No lo sabía? ¿Era usted otro engañado como los cientos de miles de almerienses que esperaban ese tren que los iba a unir a Madrid por las mañanas, y si no con alta, por lo menos con media velocidad? Ni alta, ni media, nos quedamos con la baja, pero eso sí, ganamos siete minutos en el viaje a Madrid. Siete minutos. Debe ser triste tener que salir a la palestra, señor Martín, y hablar de los siete minutos ganados. De los siete minutos que hacen famoso al ministro Oscar Puente por estas tierras del sureste, de los siete minutos que deben hacer muy feliz al Espadas de Sevilla, al que por cierto no le hemos leído nada sobre los famosos siete minutos ganados por el tren de Almería a Madrid.
Y de los sanchistas de por aquí, han escuchado ustedes algo, han leído sus consideraciones, han sentido, no sé, algo ante la chapuza que suponen los siete minutos ganados. Siete minutos tras años de espera, tras promesas, tras manifestaciones. Tampoco hemos leído a Tejada. Juan Carlos, siete minutos tras años de quejas, de presiones, de declaraciones en las que se defendía un tren que sacara a Almería del aislamiento. Y aquí nos tienes, con una importante aportación a tu trabajo, los siete minutos que nos ha regalado partido que solo piensa en el pasado, y que está empeñado en llevarnos a él.
Siete minutos para la vergüenza de una política, de unos políticos, de un gobierno y de unos medios que nos dejamos convencer cada cierto tiempo por los cantos de sirena o los billetes en publicidad de esos cantamañanas en que se han convertido los dirigentes. Siete, siete, siete minutos. Y no se les cae la cara de vergüenza. No la tienen, ¿verdad? o es que era verde y se la comió un burro.
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