El Ministerio de Trabajo, liderado por Yolanda Díaz, y los sindicatos han logrado lo que parece ser un gran triunfo: reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales tras casi un año de arduas negociaciones. O al menos, eso es lo que quieren que creamos. En un espectáculo televisivo digno de un reality show, vimos a Unai Sordo (Secretario General de Comisiones Obreras), Pepe Álvarez (UGT) y Yolanda Díaz dándose palmaditas en la espalda y sonriendo ante las cámaras. Pero, hagámonos una pregunta esencial: ¿pacto? ¿Qué pacto?
El "acuerdo" anunciado con bombo y platillo no es más que el consenso de tres figuras que ya estaban alineadas desde el principio. ¿Para esto han necesitado un año entero? Recordemos que Yolanda Díaz lleva defendiendo esta medida desde antes de ser vicepresidenta del Gobierno. Es parte de su ADN político, un componente esencial de su programa (o lo que sea), al igual que para los sindicatos. Decir que esto es un pacto es una exageración. Un verdadero pacto hubiera sido incluir a los empresarios, a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), o a los representantes de los autónomos. Pero claro, ellos brillan por su ausencia en esta "histórica" foto de familia.
Aún más interesante es que este "pacto" debe pasar por el Congreso de los Diputados. Sabemos que el Gobierno de coalición no goza precisamente de una mayoría amplia. Contarán, sin duda, con el apoyo de su propia plataforma, Sumar, y del PSOE. Probablemente también recibirán el respaldo de otros partidos de izquierda como Podemos, ERC, Bildu, y BNG. Pero, ¿qué harán el Partido Popular y Vox? ¿Qué dirán los nacionalistas del PNV y los independentistas de Junts? Si estos partidos se oponen, la reforma no verá la luz. Entonces, volvemos a lo mismo: ¿pacto? ¿Qué pacto?
Es verdad que alguien podría decir que resulta difícil para los partidos de derechas negarse a esto cuando puede tener un coste electoral (hay más obreros que empresarios, cierto, pero no es menos cierto que la mayoría de las empresas tienen muy pocos trabajadores, y el empresario es uno más, igual que éstos son algo más que mano de obra), pero sí que pueden alargar el debate hasta que haya elecciones, adelantadas o no... y entonces, vuelta a empezar.
En realidad, lo que hemos presenciado es otro de esos brindis al sol tan característicos del universo de Yolanda Díaz. Un espectáculo mediático para mostrar que están trabajando por el bien de los trabajadores, aunque la implementación efectiva de esta medida esté aún muy lejos de ser una realidad. Este anuncio es solo un pequeño paso en una maratón legislativa y política que está lejos de haber concluido. Mientras tanto, nos queda esperar y ver si este nuevo capítulo de la política laboral española se convierte en algo más que una mera anécdota televisiva.