Los páginas del calendario van cayendo, con ellas se nos va el año vivido, y nos van dejando un reguero de datos, a veces difíciles de entender ante las inversiones que se hacen desde los gobiernos. Hace un par de meses, el pasado 25 de noviembre todos nos movimos ante la violencia que sufren las mujeres, se les hicieron homenajes, hubo gestos por parte de los políticos, los de una y otra acera, los de la enfrente y los de la contra. Todos pusieron el grito en el cielo durante unos minutos, no muchos, no se fueran a cansar sus señorías. Se hicieron la foto de rigor, que sería de ellos sin la foto del día internacional de noviembre. Y a casa. A esperar el año que viene, el ocho de marzo o cualquier otro día que nos hemos dado para celebrar lo mucho que nos preocupa la seguridad de las mujeres. Cuarenta y siete mujeres han muerto por la violencia de sus parejas durante el año 2024. Y de verdad ¿qué hacemos para evitarlas?
Si tanto nos preocupa la seguridad de ellas, ¿cómo es que esta sociedad aún no ha logrado erradicarla? ¿Tan difícil es? Si brujuleamos en los presupuestos de las administraciones veremos la cantidad de millones que cada año se dedican a la defensa, la información y el trabajo a favor de la mujer. Y tras el esfuerzo económico que hacen ayuntamientos, diputaciones, comunidades y papá estado, siempre saliendo el dinero de los bolsillos de los ciudadanos, uno se sigue preguntando ¿Cómo es posible que no terminemos con esta lacra? 47 mujeres asesinadas en el año que acaba de finalizar. Pues no pueden. No encuentran la solución a un problema que ya parece endémico en nuestra sociedad.
Las mujeres siguen muriendo a manos del hombre, una veces es su compañero, otras su ex, pero siempre alguien conocido, alguien vinculado a esa mujer es la que se acerca a ella una noche y decide acabar con su vida, a veces, el muy H. de la G. P. decide quitarse la vida, pero antes se ha llevado la de ella, y a veces hasta las de sus hijos. Y esta sociedad del bienestar, de los grandes avances, de la última tecnología aún no es capaz de evitarla. Grita durante unos minutos. Se esconde tras una pancarta, y busca la foto que los hará sentirse feliz.
Las cuidamos, las protegemos. Se les llena la boca a los políticos de uno u otro sexo, y lo dicen con una seriedad que hasta te lo crees. En torno a dos mil setecientas mujeres en la provincia están acogidas a la protección del estado. Quiere ello decir que dos mil setecientos hombres son presuntos maltratadores, incluso futuros asesinos de alguna de esas mujeres. La lógica pregunta sería: ¿Cómo los controlamos a ellos, los denunciados como maltratadores y posibles asesinos? Si a ellas la protegemos es de ellos, parece evidente, que lo que tendrían que hacer las autoridades, esas a las que vemos haciendo gestos en los días señalados, es controlarlos a ellos. ¿Y por qué no se hace? Alguna fórmula tendría que tener la sociedad para defender a las mujeres de quienes están dispuestos a asesinarlas, y alguna muestra han dado con el maltrato por ellas recibido. Menos gestos y fotos, menos homenajes y pancartas y más control sobre ellos.