El Gobierno, ese virtuoso del ilusionismo legislativo, ha vuelto a deleitarnos con su truco favorito: el decreto ómnibus. Ese instrumento que debería servir para agilizar la política, pero que el PSOE y Sumar han convertido en un ejercicio de trilerismo digno de Las Ramblas. Aquí el juego consiste en esconder la bolita (o la responsabilidad) mientras se culpa al PP por bloquear medidas como la revalorización de las pensiones o las subvenciones al transporte. Lo que no dice es que el verdadero bloqueo viene de su propia habilidad para jugar al todo o nada.
El ministro Félix Bolaños, en un alarde de elocuencia digno de un prestidigitador, ha señalado con dedo acusador al PP, "en compañía de otros", por el bloqueo de la revalorización de las pensiones y las subvenciones al transporte público. Curiosamente, en esta narrativa, el nombre de Junts per Catalunya brilla por su ausencia, a pesar de que Miriam Nogueras se encargó de lanzar una retahíla de insultos desde la tribuna del Congreso que haría palidecer a la oposición más oposición. ¿"Trilerismo", "mentiras", "manipulaciones"? Todo un catálogo de improperios que, sin embargo, no merecen ser mencionados en las críticas gubernamentales a quienes han votado no.
La estrategia del gobierno es tan clara como el agua: meter todas las medidas posibles, desde lo divino a lo humano, en un solo decreto ómnibus. Esta práctica, digna de un trilero callejero, consiste en forzar a los partidos de la oposición, especialmente al PP, a un dilema de "todo o nada". ¿Quieres apoyar la subida de las pensiones y las ayudas al transporte? Pues entonces, querido Feijóo, tendrás que tragar también con medidas que te hacen fruncir el ceño más que una toalla en la playa un día de viento.
Así, cinco minutos después de la votación ya nos llegaban a los periodistas las reacciones del PSOE de Almería y del subdeelgado del Gobierno en la provincia, responsabilizando al PP de las consecuencias para los pensionistas almerienses. Lo que no nos llegaba era el argumentario del PP almerienses sobre este tema, la explicación de por qué han votado lo que han votado. Es evidente, una vez más, que el PSOE es mucho más ágil estableciendo el relato.
El problema aquí no es solo de contenido, sino de forma. Si el gobierno tuviera la valentía de presentar cada medida en un decreto separado ¿quién sabe? Tal vez el PP habría apoyado la revalorización de las pensiones sin pestañear. Pero no, en su afán por mantener una mayoría imposible, el PSOE y Sumar juegan a la ruleta rusa con la legislación, esperando que las balas de sus aliados inestables o de la oposición se atasquen lo suficiente como para no tumbar todo el decreto.
¿Decretos? ¿Por qué? Los decretos no son para esto. Cada una de las medidas del decreto podría haberse tramitado como proyecto o proposión de ley, pero eso, claro, hay que negociarlo y votarlo, y en las actuales circunstancias no se aprobaría nada. Es por eso que el Gobierno recurre al decreto, y luego los junta todos en un paquete y te dice: o lo tomas o lo dejas... como las lentejas.
Este abuso del decreto ómnibus no es sino un reflejo de la precariedad de una coalición que vive en la cuerda floja, esperando que el equilibrio se mantenga con promesas, amenazas y, por supuesto, un buen número de malabares legislativos. Pero aquí está el quid de la cuestión: si realmente el gobierno tuviera interés en aprobar medidas que benefician a los ciudadanos, ¿por qué no separar lo que todos pueden apoyar de lo que solo unos pocos quieren? La respuesta es simple: porque la política es un juego de espejos en el que el reflejo de la eficacia se busca más en los titulares que en la realidad.
Los pensionistas y usuarios del transporte público se quedan con las manos vacías, pero el gobierno sigue con su espectáculo de trilerismo, donde la pelota nunca está donde uno cree que está. En este circo, el único que sale ganando es el que sabe hacer desaparecer la responsabilidad ante los ojos de todos.
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