Alguien podría pensar, leyendo el titular, que en Almería nos dedicamos masivamente al 69, número porno por excelencia, pero no es así. No se emocionen los caballeros. Hace muchos años que desparecieron casi todas las luces rojas que jalonaban las carreteras de nuestra provincia. Así como algunos de los llamados centro deliciosos y de felicidad que se repartían entre Aguadulce, El Ejido y la capital. Cuando en estos días se habla de los 69, nada tiene que ver con El Volcán, la sauna Marfil, María del Mar y sus gatitas o Séptimo Cielo, viejos recuerdos algunos de ellos de hace años.
Hoy, para tristeza, se trata de que 69 pueblos de nuestra provincia tienen cada día menos futuro. Están viviendo, no en el en riesgo de desaparecer, siempre quedarán los fines de semana, las vacaciones en que volverán los antiguos vecinos a casa de sus familias, pero en el día se van muriendo casi sin remisión. Javier Aureliano montará un bar, que siempre es una alegría, y hasta una tienda si hace falta. ¿Durante cuánto tiempo? Si no hay vecinos, y cada día son menos en estos 69 pueblos, ¿cuántos meses van a tardar en cansarse los que regentan ese bar, o ese ultramarinos? Bonito nombre el de Los Ultramarinos, que durante años se veían sobre las tiendas de alimentación. Hoy los hiper. Hay diferencia hasta en los nombres.
A partir de la primavera de este 2025 algunos pueblos de esos 69 se unen a los que no tienen oficina bancaria, y ni siquiera un cajero automático. Dicen los de Cajamar en su publicidad, si usted tiene cuenta aquí: lo tiene todo; si nos trae su paga de jubilación, lo tiene todo. Y un mojón. Tengo cuenta, pago mis recibos, la jubilación a través de ellos, tarjeta y ¿qué tengo? Un mojón. Un furgón va a venir un día a la semana al pueblo, no se sabe cuántas horas, y todavía no nos han dicho qué día. Pero están muy preocupados por los ciudadanos, o más bien habría que decir que ese desvelo que dicen sentir es solo por su dinero. Debe ser que para Cajamar la gestión sostenible para el mantenimiento del planeta y la lucha contra el cambio climático es quitar las oficinas de los pueblos, y mandarles un furgón un día a la semana. Y a los viejos que viven en los mismos que les den.
¿Están angustiados los políticos por el futuro de esos 69 pueblos? Ni mijita. Si así fuera se cambiarían algunas de las leyes que tienen lastrados a estos municipios, leyes que se hicieron desde los grandes despachos de Sevilla y de Madrid, y que vinieron a cortar las alas de estos pueblos y de miles de vecinos que en ellos vivían, y que en su gran mayoría han tenido que ir a buscarse el futuro en las urbes de la costa almeriense. Sería de desear que este año, acabo de leer que Moreno se preocupa mucho por las zonas rurales, se tomaran medidas desde los gobierno, de frente y sin miedo, para acabar con el riesgo que vienen padeciendo estos 69 municipios y los vecinos que siguen morando en ellos. ¿Lo veremos? Con los actuales rectores no vemos futuro. Y una noche de cine en verano, una de teatro o una de baile, poca solución es. La batalla es otra, pero el miedo de los políticos es proverbial a la hora de darla. Y así no se acabará con el riesgo para estos pueblos. Y mientras les permitimos a las entidades bancarias que hagan lo que les dé la gana con los vecinos de esos pueblos. ¿A cambio de qué?
Pero estamos en jueves lardero. Hoy toca fiesta, cada año somos menos, pero antes de que llegue el potaje de bacalao, lardear un poco no viene mal. A Manolo Castro le toca hacer la paella. Dice que le sale buena. Ya lo veremos.
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