Cada 8 de marzo, me levanto con una mezcla de emoción y rabia. Es un día que se siente en el aire, como ese viento de levante que a veces nos sorprende en Almería. La ciudad está llena de mujeres fuertes, valientes, que han luchado por sus derechos y que hoy se alzan juntas para hacer oír su voz.
Recuerdo cuando era pequeña, mi abuela me contaba historias de cómo ella tuvo que trabajar duro en los invernaderos, levantándose antes del amanecer para llevar el pan a casa. “Las mujeres siempre hemos sido las que sostenemos la familia”, decía con esa sabiduría que solo las generaciones pasadas pueden tener. Me impactó saber que, aunque su vida no fue fácil, nunca dejó de luchar por lo que creía justo. Y aquí estoy yo, en este 8M, sintiendo esa herencia en cada fibra de mi ser.
Este año he decidido salir a la calle. No solo por mí, sino por todas esas mujeres que han sido silenciadas durante demasiado tiempo. En Almería, donde el sol brilla casi todo el año y la vida parece fluir sin complicaciones, hay historias ocultas detrás de cada esquina. Historias de mujeres que enfrentan violencia doméstica, desigualdad salarial o simplemente la presión de encajar en un molde que no les pertenece. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso de “tú deberías ser más femenina”? ¡Por favor! Aquí somos muchas las que preferimos ponernos unas botas y salir a conquistar el mundo.
La semana pasada estuve hablando con una amiga sobre lo complicado que es ser madre y trabajadora al mismo tiempo. Ella tiene dos hijos pequeños y trabaja en una tienda del centro. “A veces siento que tengo tres trabajos: cuidar de los niños, atender a los clientes y hacer malabares con las tareas del hogar”, me confesó mientras tomábamos un café en una terraza del Paseo Marítimo. Y es cierto: ¿por qué siempre recae sobre nosotras esa carga? Este 8M es también un recordatorio para todos esos hombres maravillosos (sí, los hay) que deben entender nuestra lucha y apoyarnos sin reservas.
En Almería tenemos ejemplos brillantes de mujeres luchadoras. Desde nuestras científicas hasta nuestras artistas locales; cada una aporta su granito de arena para cambiar el mundo a su manera. Pienso en María José, una amiga artista plástica que ha decidido usar su arte para visibilizar la violencia machista. Sus murales son un grito visual contra la opresión y son un reflejo perfecto de lo que somos: mujeres creativas y resilientes.
Salgo a la calle con mis amigas, porque juntas somos más fuertes. Vamos a llenar las plazas con nuestras voces y nuestros cuerpos; vamos a demostrarle al mundo entero que no estamos dispuestas a quedarnos calladas ni un segundo más. La lucha sigue siendo dura, pero cada paso cuenta.
Cuando regrese a casa cansada pero satisfecha tras haber marchado junto a tantas valientes, recordaré las palabras de mi abuela: “Nunca te rindas”. Este 8M es nuestro momento para brillar y seguir adelante; porque si algo sé es que las mujeres almerienses no nos rendimos fácilmente.
Así que aquí estoy, lista para hacer ruido y dejar claro: ¡somos muchas y estamos aquí! ¡Feliz 8M!
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