Estuvo ante el juez la Jésica de Ábalos, la del pisito, la de las dietas cuando viajaba con el novio-ministro. Si los políticos cobran dietas cuando viajan a cargo del erario español, ella la Jessi, no iba a ser menos, y ahí estaba su noviete, un tal Ábalos, hijo de taurino valenciano, pagando la dieta de la señorita de compañía, o novieta, que de cualquier forma la pueden ustedes llamar. Ante el señor de las puñetas, la guapa Jesi, habló, y cuentan que metió en algún lío y de los gordos a un hombre conocido por los campos de mi Andalucía, en tiempos o no de campanilleros.
Los del Pp, que son los malos de esta historia, según el Psoe, va a pedir que Luis Planas, ministro al que quieren horrores los pescadores de los 43 barcos que faenan en los puertos de Almería, comparezca y explique la contratación de alguna otra novia, de algún otro personaje a lo Ábalos, en una empresa dependiente de su ministerio. Antiguamente se les ponía un pisito, ahora pisito, dietas y puesto de trabajo del que cobran, pero sin obligación de acudir. Hay que reconocer que, si la derecha fue la inventora de los pisos a las amantes o queridas, la izquierda es la de encontrarles puestos de trabajo por los que no tienen que presentarse. Vamos, que no hace falta que ni siquiera sepan dónde está la oficina a la que tenían que ir a trabajar. Estaba claro que ellas tenían las oficinas en otros pisitos llenos de amor, amor, amor.
Lo de no saber dónde está la oficina de trabajo no solo ha sido un invento para ellas, novias, queridas o amantes, algún hermano de político estuvo con el mismo contrato de trabajo, por el cual no tenía que saber dónde estaba su mesa, tampoco el ordenador, así como el domicilio de la oficina a la que no tenía que acudir. Y si el hombre no tenía obligación de ir, para qué necesitaba saber el domicilio, el piso donde estaba su despacho y el color de su mesa. Es de entender que con las chicas pasaba algo parecido. Para qué querían, pobretas mías, saber el lugar del curro de la mañana por el que cobraban, si ellas los trabajos los llevaban a cabo por las tardes y noches en otros domicilios, los del amor amor amor.
Lo cierto es que la novia de Ábalos ha metido un rejonazo en todo el costal, es de imaginar que sin mala intención ¿verdad Jessi? al ministro andaluz de campo y pesca, Luis Planas. Lo complicado de verte en medio de una declaración de una señorita de compañía o novia de ministro ante un puñetas, es que las explicaciones que puedas dar siempre dejan puntos negros que las hacen poco creíbles. Con todo, y antes de condenarlo al averno, frío y oscuro en el que se puede ver si enfada Pedro Sánchez, vamos a esperar las explicaciones que nos pueda ofrecer. Todo puede ser una venganza de Jésica. Algunas voces se han levantado en la defensa del paisano, y hablando de venganza, de celos y de amores. ¡Ay, el amor el amor!